It follows

David Robert Mitchell se estrenó en 2010 con El mito de la adolescencia que logró pasar por la Semana de la Crítica de Cannes. En ella demostró una especial sensibilidad para explotar los lugares comunes más poéticos de la adolescencia. En su segunda película, que también pasó por la misma sección de Cannes pero en 2014, continúa con el foco en un universo juvenil, casi abandonado por los adultos.

It follows arranca con una interesante secuencia, rodada en una panorámica de 360 grados con zooms de hasta 15 metros, en la que avanza las particularidades de su propuesta de terror. Búsqueda de la expresividad a través de una cámara que se mueve en panorámicas con profundidad y en encuadres amplios y de timing dilatado; fotografía con cierto efecto de filtro de los 80 que se prolonga en su música electrónica, que tanto suena serena como inquietante y un gusto por las elipsis semánticas que alertan la atención del espectador.

Al mismo tiempo, en Mitchell pesa mucho su voluntad de crear imágenes poéticas y a veces inconexas, en un guión con varios puntos de fuga problemáticos y evidentes. Sin embargo, este joven director demuestra que pesa la tradición y que en su mochila está toda la serie A y B del cine de terror de los 90 y, sobre todo, los 80; del que también recoge la articulación del conflicto a partir de la sexualidad adolescente. Mientras no teme afirmar que entre sus anclajes están Carpenter, Lynch, Hitchcock y muchos más, también revela otras de sus referencias visuales: los fotógrafos Gregory Crewdson y Todd Hido.

It follows es un cine de terror con aires de ensayo para buscadores de rarezas en este género. Ofrece algunos hallazgos visuales y unos cuantos tópicos sobre la nostalgia juvenil. Después de eso, poco más sigue.

Firma: Lourdes Domingo