Inmaduros

Paolo Genovese aprovecha el tirón de la comedia ligera italiana y de algunos de sus actores, como el protagonista de las adaptaciones de Moccia, Raoul Bova. Realmente, el examen se convierte en un excusa-punto de partida para configurar un guión sobre reencuentros, de esos que siempre traen a colación las diferencias que marca el paso del tiempo o el resurgir de disputas y sentimientos, a la vez que permiten trazar un dibujo generacional.

En esta ocasión, Inmaduros, que ha tenido más de dos millones de espectadores en Italia, consigue retratar, precisamente, a una generación en plena confusión sentimental, donde la metodología del ensayo-error se aplica a las relaciones personales con escasa atención a sus consecuencias más profundas. El director y guionista no olvida sumar a todo ello mucho sentido del humor, en dosis de caricatura sobre el miedo a crecer y al compromiso, así como algunos golpes algo más burdos que ironizan sobre la diferencia entre sexo y enamoramiento.

En todo ello late un deseo de ser sincero, y en algunos pasajes se consigue, mientras que en otros el guión fuerza demasiado la máquina con giros condescendientes y fáciles para cerrar tramas y llegar al puerto de la gran sala. Como suele ser habitual en este tipo de films, la banda sonora adquiere bastante importancia en la selección de canciones para adornar las secuencias más videoclip. En este sentido, las escenas del programa de radio de Piero, en las que se enlazan muy bien melancolía por el pasado, hechos históricos y culturales, salvan y mejoran los recursos del guión.

De momento, en Italia ya se ha estrenado la segunda parte.

Firma: Lourdes Domingo