Hipócrates

Esta película presenta una imagen del mundo sanitario alejado de los melodramas y folletines de las series de televisión que tratan del mismo tema y de cómo otros films dramáticos abordan algunos casos concretos sobre enfermedades incurables o conspiraciones farmacéuticas. Se centra en el día a día de un joven interno que busca hacerse un hueco profesional y dedicarse a lo que siempre ha soñado: el ejercicio normal y corriente de la Medicina. Ni el protagonista ni el film tienen grandes ambiciones y eso hace que miremos a ambos con simpatía, a pesar de sus evidentes limitaciones.

Hipócrates afronta la situación de una manera sincera, con tono realista y una cámara sobria que acompaña sin estridencias las andanzas del joven médico. Los hechos se suceden de modo pausado, dejando que Benjamin nos introduzca a los demás personajes y poco a poco se vaya centrando en el caso que dispara la tensión. Sin embargo, el panorama sanitario que presenta es bastante desolador, al menos en lo que a higiene y asepsia del personal se refiere. Desconozco la situación de la sanidad francesa pero los cuartos de los internos, el submundo del mantenimiento y la ordinariez de los compañeros de Benjamin dejan bastante que desear y perjudican al film, ya que desvían la atención del verdadero problema al que se enfrentan los protagonistas, que no es otro que la deshumanización del trato a los pacientes.

Considero que el mayor acierto es la elección de Vincent Lacoste para interpretar al joven médico. Su apariencia adolescente y el gesto entre ilusionado y temeroso transmiten a la perfección el choque frontal entre el entusiasmo del que empieza y la desidia del que ha perdido la ilusión por el trabajo bien hecho o la de aquellos sanitarios que han dejado de ver a los pacientes como seres humanos.

Se echa de menos una mayor hondura a la hora de presentar y encarar los problemas que se denuncian, quizá por un exceso de objetividad. Y es una lástima, porque de esa manera el resultado acaba siendo pobre y algo superficial, solo salvado, como decíamos, por la cercanía, ilusión y buen espíritu del joven e inexperto Benjamin.

Firma: Esther Rodríguez