Eternamente comprometidos

Nicholas Stoller y Jason Segel funcionan, como tándem de guionistas de comedias, con escasa originalidad (Paso de ti, Todo sobre mi desmadre), a excepción quizá de Los Muppets, en la que Segel también era uno de los protagonistas. Otras historias de Nicholas Stoller también están plagadas de parejas de adultos en curiosas situaciones: Dick y Jane, ladrones de risa, Di que sí o Los viajes de Gulliver, en la que Segel y Blunt ya compartían cartel.

Sin embargo, Eternamente comprometidos es aún menos singular que los tres títulos ahora citados. El concurso de obstáculos al enlace y entendimiento entre Tom y Violet es tan predecible como voluble en sus giros. Y el aderezo cómico se basa en estrambóticos personajes secundarios, que son efectivos sólo en momentos aislados y tampoco cooperan mucho a dar mayor densidad al tema que pretender abordarse: cómo armonizar libertad e intereses profesionales y de autoestima, con la generosidad en el matrimonio.

La comedia romántica norteamericana está tan obsesionada con el compromiso como encajonada en unos aburridos esquemas, donde se han anclado clichés de caracterización de secundarios y un tono desinhibido que desfavorece todos los esfuerzos que puedan hacer los actores por cautivar al público. Jason Segel, famoso por su papel en la sitcom Cómo conocí a vuestra madre, se repite a sí mismo y Emily Blunt, más versátil, tampoco hace de Violet alguien singular. Por su parte, el vasco Javier Aguirresarobe (El sol del membrillo, Los otros, The road), director de fotografía, sigue con su recién estrenada carrera en Hollywood, aunque sea en un proyecto de nombre tan deleble.

Firma: Lourdes Domingo