En el límite del amor

La productora Rebekah Gilbertson es nieta de Vera Phillips y William Killick y, por eso, se convirtió principal impulsora de la película. A partir del libro de David Thomas Dylan Thomas: A farm, two mansions and a bungalow, que conoció en el 2001, Gilberston descubrió más cosas del tema que en su casa parecía tabú: la relación de sus abuelos con el literato galés.

La adaptación se la encargó a Sharman Macdonald, madre de Keira Knightley y coautora del guión de El invitado de invierno, quien ha concebido la película como un pulso de relaciones humanas de amistad, amor, pasión, odio y celos, mezcladas con los vaivenes emocionales de los artistas. Aunque también se introduce el tema de la crudeza del conflicto bélico, el intento es algo fallido, a pesar de los intentos visuales (imágenes de archivo incluidas) del director y artista John Maybury (El amor es el diablo, The jacket). Quizá sí que queda mejor engarzada la contraposición entre el campo de batalla y el mundo artístico y el de las teorías de café; la lástima es que casi no se le saque partido.

En esta dualidad, que de modo aparente presenta la película, entre realidad e idealidad, entre soldados y artistas, la batalla la ganan los menos egoístas. En este sentido, también es aparente la felicidad que a Dylan y Caitlin les aporta su lúdica amoralidad. La realidad se encarga de dar luz a esos acontecimientos. Con todo, el film tampoco es un fardo de virtudes cinematográficas, aunque sí cuenta con un buen reparto que enriquece el guión.

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