Elysium era una de las grandes promesas cinematográficas del verano porque planteaba una historia interesante (avalada por la originalidad de Distrito 9, la anterior película del director), prometía acción, encabezaban el reparto dos grandes (Damon y Foster) y los efectos especiales ya nunca defraudan. Pero por repetición o por incoherencias del guión, todas esas promesas se desinflan como un globo ya en los primeros planos del film.
Las espectaculares imágenes iniciales de la tierra devastada y su idea de un planeta abandonado las acabamos de ver, sólo en los últimos meses, en Resident Evil 5, en la segunda versión de Desafío Total, en Oblivion o en After Earth. Tampoco las preciosas vistas de América desde Elysium consiguen impactar pues cualquiero usuario medio de Google Earth las ha visto así cientos de veces.
Decepcionados por este apartado visual entramos en el del desconcierto. Max, el personaje de Matt Damon, no encaja en el ambiente en el que supuestamente se ha criado: es el único de Los Angeles que no habla con acento latino ni va vestido con el tono Mad Max del resto de habitantes, sufre un accidente mortal del que sale vivo pero terminal (eso sí, con incomprensibles fuerzas renovadas casi de superhéroe) y no entendemos por qué la importante información férreamente encriptada que lleva en la cabeza y que constituye una de las claves de la historia, la descifran aleatoriamente algunos con tan sólo mirarla. Cae, como muchas otras peliculas del género, en el error de pensar que en la ciencia-ficción y en la fantasía todo vale, y así sólo consigue que la sucesion de inverosimilitudes saquen la especator de la historia.
Pero lo que resulta imperdonable en un film de estas características es la falta de tensión. Es como si el periodo estival en el que se estrena Elysium le hubiese contagiado el sopor de las tardes veraniegas. Las escenas de acción se desinflan sin llegar al clímax, ya que las persecuciones o las peleas (excepto la final) terminan nada más empezar no dejando que comience a salir la adrenalina. No hay ningún tipo de intriga, dado una desganada Jodie Foster se encarga de explicarnos llanamente sus planes y al final los malos lo son por brutos, no por malvados. Y en cuanto a lo emocional sólo se incoa y luego se olvida: el “mejor amigo” muere antes de que nos encariñemos con él y el romanticismo es de lo más despegado que se ha filmado, basándolo solo en recuerdos de infancia.
Firma: Esther Rodríguez
En el siglo XXII la tierra está devastada y su población vive en condiciones infrahumanas. Hace tiempo que los ricos construyeron Elysium, una paradisíaca estación espacial, muy cerca del planeta tierra, donde habitan sin problemas ni enfermedades, consumiendo el fruto del trabajo de los terrestres.
Max, un huérfano de Los Ángeles, ha soñado siempre con huir a Elysium pero, a pesar de los buenos consejos de las monjitas que le acogieron, se fue por mal camino y ahora se encuentra al borde la muerte y perseguido por la policía. A la desesperada intentará el asalto a Elysium interfiriendo, sin querer, en una lucha de poder dentro de la propia colonia.
