Ambientada en la Viena de los tardíos años 30, la película trata una historia actual de adolescencia junto con el nazismo y Sigmund Freud, encontrando un buen balance entre los tres temas.
Existen ya en el mundo del cine muchas historias ambientadas en el periodo nazi. Sin embargo, Nikolaus Leytner ha adaptado la novela de Robert Seethaler, que se sitúa en la misma época, pero la afronta desde una perspectiva diferente.
De hecho, la coyuntura política es tan solo parte del fondo hasta que afecta directamente al protagonista: Franz, un joven de diecisiete años. El chico llega a Viena a finales de los años 30 para trabajar como estanquero, con la curiosidad y la ingenuidad propias de la edad. Este preámbulo presenta dos de los grandes temas que se tratan en la película: un relato de mayoría de edad y la situación histórica del momento. Además, al poco de arrancar, aparece el siguiente tópico destacado: Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis. Siendo materias tan importantes, es interesante la consideración que otorga el director a cada una de ellas en el guión para que haya equilibrio.
No se trata de un documental sobre Freud ni una biografía. Al contrario, el profesor es un cliente del estanco, que entabla amistad con el joven vendedor, con quien parece que puede ser natural. Así, es un personaje anciano, aunque aún en plena posesión de sus facultades mentales, que expone algunas reflexiones. Esta versión cinematográfica del psicoanalista está excelentemente interpretada por Bruno Ganz, así como también Simon Morzé realiza un gran trabajo en su papel principal.
La cinta muestra el estanco como un microcosmos donde hay oferta para todo el mundo: desde lápices para niños hasta puros para adultos. Ahí, es donde Franz encuentra en Otto la figura paterna que le ha faltado en su vida. En una línea muy diferente a la de las ideas de Freud, en ese pequeño espacio el chico aprende a desarrollar su profesión y recibe consejos acerca de la discreción, la lectura de periódicos y el manejo correcto de los cigarros. Este marco se va intercalando con los extraños sueños de Franz, una contribución personal del director. Sin embargo, la trama queda interrumpida varias veces por escenas de cabaret que aportan bastante poco a la narrativa.
El vendedor de tabaco no es un mero entretenimiento, sino un largometraje denso para ver en situaciones concretas. Con un buen trabajo técnico, sumerge al espectador en la historia de un joven obligado a crecer de golpe debido al duro contexto social y político.
Firma: Patricia Amat
Franz se traslada a Viena para poder vivir trabajando como estanquero. Ahí, Otto, el dueño del estanco, le enseña todo lo referente a la profesión. También le transmite su sabiduría acerca del tabaco y Franz se adapta rápidamente.
Además, tiene la oportunidad de conocer a uno de los clientes habituales: el profesor Freud. A partir de ahí, se forja una curiosa amistad entre ambos que se desarrolla mientras los nazis ocupan Austria.