El sicario de Dios

Basada en la actual novela gráfica del coreano Hyung Min-woo, la película es una “fantasmada” en toda regla. Podría incluirse en el género de ciencia ficción, pero el hecho de estar contextualizada en un escenario donde la Humanidad es controlada por la Iglesia, le aporta un tinte de crítica a la jerarquía eclesiástica que no pasa desapercibido. Ése no es el foco del argumento, pero es reseñable porque, además, recuerda al Big Brother del que nos hablaba George Orwell en 1984: la ciudadanía se mueve bajo un pensamiento único y uniforme por el que se intenta reprimir cualquier despunte (la religión como el opio del pueblo).

A pesar de todo, el ritmo y la puesta en escena están tan bien conseguidos -básicamente por el bombardeo de secuencias de acción y los efectos especiales más novedosos- que la cinta entretiene. Y, aunque la intención no es hacer reír al público, es difícil que no se escape alguna carcajada al oír frases previsibles de algún personaje estereotipado.

Firma: Sofía Aróstegui