El profesor de violín

El profesor de violín es una película que gana valor si se conoce que está inspirada en un hecho real. El brasileño Silvio Bacarelli creó una orquesta en los años 90 para estimular la inclusión social y cultural de los jóvenes en la favela más grande de São Paulo.

La implicación del director, Sérgio Machado, para narrar esta historia con verismo ha sido destacable. Llegó a asistir a clases de chelo durante dos meses para estar con los alumnos y comprender sus problemas. Además, cuenta con actores experimentados y personas reales como Elzio Vieira y el resto de los adolescentes que interpretan a los miembros de la orquesta.

Cabe decir que se nota cierto ritmo de samba en la pausa con que se explica el argumento. La se detiene demasiado en remarcar la personalidad introspectiva del protagonista. Le entendemos pero no conocemos sus motivos ni su background, y eso hace difícil la identificación con él, además de la verosimilitud de su comportamiento, a veces exagerado y repetitivo.

En cuanto a los aspectos técnicos, la dirección y los movimientos de cámara se pierden en la estética, así como el abuso de la lluvia en momentos de oscuridad del personaje, la cámara subjetiva o los desenfocados primeros planos. También se echa de menos un mayor uso y más equilibrado de la música, aunque cada pieza es preciosa y elevadora.

Al final, El profesor de violín responde a la fórmula típica del profesor outsider pero con la fuerza de la realidad. Con la mafia –poco carismática y creíble en esta película– de las favelas, actuaciones regulares y un personaje protagonista al que no es que le falta hondura, sino recursos para manifestarla en un guión un tanto repetitivo y abstracto, que se pierde en formalismos y omite información necesaria para comprender al profesor Laerte, tan sólo complementando las otras facetas de su vida con puntuales escenas mal engarzadas.

En conjunto, un film no del todo armónico pero bonito, profundo –aunque no se aproveche del todo el drama que esconde– y testimonio de la realidad social de Brasil.

Firma: Begoña Arribas