El nuevo exótico Hotel Marigold

El mismo director y el mismo guionista dan continuidad al clima que crearon en la apertura de esta, quizá, saga en ciernes. Tanto Ol Parker como John Madden no han efectuado grandes cambios. Se mantiene una voluntad luminosa de mostrar lo pintoresco del país (la pobreza, que no miseria, se muestra con aire casi romántico) y un sesgo de la actividad poscolonial y turística de la India, que muchos encontrarán criticable.

Ese tono amable y buenista, que se antojaba simpático en el primer film, deriva en una infantilización del guión que simplifica y esquematiza conflictos nada menores (como la infidelidad o la mentira al inicio de una relación), de manera que hay que conformarse con giros rápidos y poco elaborados, como si se tratara de un musical de los años 30.

De hecho, el ritmo, la longitud del metraje y la ausencia de complejidad narrativa acercan más esta secuela a una miniserie británica de calidad en la dirección de producción, escenografía y en algunas réplicas más sagaces, siempre en boca de Maggie Smith, que nunca defrauda. En este sentido, todo se sostiene gracias a que este hotel lo habitan un conjunto de actores de la escena británica de gesto y voz madura, que logran sostener nuestra mirada a pesar de todo.