El jugador

La película navega de modo inteligente entre múltiples aguas. Por un lado, la atmósfera de casinos que tanto conocemos de otras películas: apuestas fuertes, miradas de complicidad, luces, música, mujeres, chantaje, soborno, amenazas, gángsters y violencia. Después, el aula académica a merced de un excéntrico y provocador profesor que está de vuelta de todo y cuya tormentosa vida bien se deja reflejar en su pedagogía. Por último, buceamos en la cotidianidad de este personaje, en su conflictiva relación con su madre, sus alumnos y toda una serie de peligrosos individuos con los que se verá obligado a tratar debido a su problema económico.

Wyatt y Monahan logran hacer malabares con todas estas tramas hasta dar con un relato que, cuanto menos, engancha y resulta entretenido. La mayor carga ideológica la encontramos explícitamente plasmada en las aulas, en las que el profesor, con una serie de soliloquios provocativos al más puro estilo profesor Keating, sacude conciencias sobre el talento (con el que se nace), sobre la mentira de la cultura “mainstream” adornada de críticas complacientes, sobre el afán de protagonismo de los personajes mediáticos, incluso sobre la farsa de su propia clase, en la que “yo finjo estar enseñando y vosotros fingís estar aprendiendo”.

De este modo, el actor Mark Wahlberg carga con el metraje a sus hombros, encarnando a este personaje intrépido pero insoportable, inteligente pero kamikaze, arruinado pero arrogante. También su madre, interpretada por la magistral Jessica Lange, hace gala de un fuerte carácter que determinará el rumbo del protagonista.

Película para el público amante del suspense de cuenta-atrás y del cine de gángsters.

Firma: Josepmaria Anglès