Drama romántico sobre un empedernido soltero y maniático modisto que, en las manos de Paul Thomas Anderson y Daniel Day-Lewis, se convierte en una película de elaboración exquisita pero nada cálida en su desarrollo.
Paul Thomas Anderson y Daniel Day-Lewis unen talento para sacar un relato algo más claro que Pozos de ambición, aunque no siempre luminoso. En una historia que Anderson ha ido labrando durante varios años de la mano de Day-Lewis, se presenta la figura de un modisto inspirado en algunos rasgos (para nada en su mayoría) de perfiles como Balenciaga, Charles James, Christian Dior o Alexander McQueen.
Además de ser su primer film rodado fuera de Estados Unidos y el octavo de su carrera, Anderson también se estrena como director de fotografía en largometraje. Su implicación y participación desde varios frentes, y el hecho de contar con habituales suyos como Jonny Greenwood para la banda sonora y Mark Bridges para el destacable vestuario, se perciben en la coherencia formal e incluso de ritmo. Seguramente el lujo de detalles que se esfuerza en cuidar, y que así se note en cada plano, abunda en el carácter controlador y milimétrico del protagonista.
Por eso, este cineasta californiano construye una trama de amour fou muy peculiar y alterada por una dialéctica que quiere armonizar el deseo de dominio con el amor verdadero. Eso resulta por lo menos sorpresivo para el espectador que busque un drama romántico costumbrista y amable. Eso sí, Anderson es elegante de principio a fin en cómo pone en escena ese conflicto de corte algo pérfido. Es capaz de crear una relación de cirujano y casi religiosa, a modo de asepsia y ritual, entre la moda y el encuadre y montaje. Esto provoca una tensión entre la serenidad del plano y las llamativas telas que acaba vehiculando los caminos de la narración.
Estos resultan, como se ha dicho, especiales y propios de un modo de contar que poco tiene que ver con una experiencia tópica. Quien espere de El hilo invisible un modelo clásico de relato, inspirado en su factura visual, mejor que busque otra opción.
En el glamuroso Londres de los años 50, tras la guerra, el célebre modisto Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis) y su hermana Cyril (Lesley Manville) son el centro de todas las miradas en el mundo de la moda británico: visten a la realeza, estrellas de cine, herederas, miembros de la alta sociedad, debutantes y damas con el inconfundible estilo de la Casa Woodcock.
Por la vida del diseñador desfilan todo tipo de mujeres, brindándole inspiración y compañía, hasta que se cruza en su camino una joven de convicciones férreas, Alma (Vicky Krieps), que pronto se convierte en un pilar de su día a día como musa y amante.
