Estamos ante otra magistral película de los siempre críticos e innovadores hermanos Ethan y Joel Coen (Muerte entre las flores, Barton Fink), que dan parangonando el título del film un gran salto estético-creador. Pues, en su nueva fábula no sólo evocan a la perfección la sociedad USA de la década de los cincuenta, sino que ofrecen un homenaje a las comedias de Frank Capra, Preston Sturges y Howard Hawks, aunque imprimiéndoles un aire nuevo, más intelectual y bastante surrealista, lleno de un ingenio artístico y originalidad fuera de lo común en el actual cine americano. A tal fin, el inteligente guión de los Coen y Sami Raími, la brillante producción de Ethan para cuyo diseño ha contado con grandes medios económicos y la medida dirección de Joel, así como el idóneo cuadro interpretativo, hacen de The hudsucker proxy un film a deleitar.
En torno a la fama de independientes y sobre la intervención de una de las majors de Hollywood, manifestaron sus autores: La línea entre la dependencia y la independencia dice Joel, el mayor es muy relativa y escurridiza. Para nosotros significa ejercer el control total y absoluto de nuestro trabajo, y en El gran salto ha sido así, a pesar de la participación de Silver (uno de los superproductores de Los Ángeles) y de que Warner Bros. haya financiado la mitad del proyecto. Mientras su hermano menor, Ethan, añade: La verdad es que la gente nos ha atribuido la etiqueta de independientes, pero es algo que no nos preocupa en absoluto. Somos pragmáticos, nos acoplamos al sistema que más nos conviene y procuramos encontrar la mejor financiación posible para nuestras películas. No pretendemos ser puros e incorruptibles; somos pecadores como todo el mundo. Detrás de esta divertida y a veces alocada comedia de enredo, un tanto increíble y acaso demasiado estilizada la creación de tipos es extraordinaria, y su exagerado manierismo recuerda a las formas de El Greco, cabe hacer una segunda lectura; ya que se aprecia una sagaz crítica al American way of life y, más concretamente, al capitalismo USA; pues los Coen parecen poner en la picota el mismo sistema: el pragmatismo, la obsesión por el poder y el dinero, la acción de la prensa…; en definitiva, los vicios y defectos de su país. Sin embargo, Joel Coen asegura que no se trata de una parodia, sino de una comedia en la que la acción transcurre en Wall Street: Lo que hemos hecho es buscar el lado cómico y divertido de este mundo, y crear humor en el marco de las actividades de una gran multinacional. Pero lo película no pretende ser, ni mucho menos, crítica y, menos aún, una sátira. De ahí que el simbólico personaje protagonista contraste por su ingenuidad con una sociedad en donde privan los intereses económicos y el utilitarismo sobre la sencillez cotidiana, y que se mueva o esté concebido dentro de la mejor tradición del género cómico.
Finalmente, El gran salto no está exento de poesía. Un claro ejemplo es la antológica secuencia del niño que pone en marcha el hula hoop y su repentino éxito en el mercado mundial. Otra lección fílmica de los vanguardistas hermanos Coen, quienes asimismo rinden un homenaje a la mítica Metrópolis de Fritz Lang.
Extras DVD:
- Audio: español, inglés, alemán, polaco, húngaro, checo, ruso
- Subtítulos: español, inglés, portugués, alemán, croata, checo, griego, hebreo, húngaro, polaco
Nueva York, 1958. Un joven apuesto, sin experiencia de la vida y recién graduado en Administración de Empresas, llega a la gran manzana con ánimo de triunfar. Logra un empleo de subalterno en una poderosa industria de Wall Street, el día en que el dueño se suicida, lanzándose de su propio rascacielos. A fin de conseguir mantener a flote la empresa, con una estrategia para la devaluación de las acciones y compra de éstas por el consejo de administración, este ingenuo joven es nombrado presidente de la compañía. Una periodista, que sospecha el fraude, se enrolará como secretaria, denunciará el caso y, sin quererlo, se enamorará de él. Mientras, el joven lleva a cabo una idea original el invento del hula hoop y hace subir los enteros de las acciones. Pero el enorme entuerto se soluciona fantasiosamente.
