El capitán Kidd

Charles Laughton se adentra en el mundo de los piratas, un territorio reservado, hasta entonces, a los galanes más estilizados y habilidosos de Hollywood. Su excelente interpretación (como siempre) es una de las notas más destacadas de una película que buscó contrarrestar la imagen romántica ofrecida de los bucaneros hasta entonces y dar protagonismo al pirata tosco, egoísta y cruel, en detrimento del marinero justo y bondadoso (interpretado aquí por Randolph Scott). Aun así, no pierde las directrices más importantes del cine de aventuras clásico.

Firma: Redacción