Nat Faxon y Jim Rash, compañeros de guión en otras aventuras y de manera más destacada en Los descendientes, se estrenan como directores en un film en el que se permiten dos papeles secundarios. Muy cómodos en los tres terrenos, sobre todo se nota que se mueven con holgura en el ámbito de la comedia dramática de diálogos frescos, rápidos y de abundante subtexto.
El grial americano de la búsqueda del padre se confirma, una vez más, como un jugoso y espinoso asunto capaz de generar abundantes y variados relatos. Faxon y Rash se introducen, con sarcasmo para los adultos y ternura para los más jóvenes, en el devastador panorama de una sociedad marcada por los divorcios y la volubilidad en las relaciones. De hecho, el film localiza más el conflicto en los daños colaterales en los hijos, que podrían ahorrarse si los padres no trastocaran las prioridades que vienen adjuntas a toda paternidad. Por eso, ahí reside parte del acierto del guión, que no culpabiliza al adulto por un fracaso matrimonial, sino por refugiarse, tras él, en una perpetua inmadurez y en relaciones que son más un espejismo o parodia de familia que una realidad.
Con trazos veloces, a veces como latigazos, se caracteriza a todos y cada uno de los personajes; la mayor parte de los cuales, bajo el paraguas de la comedia, bordean la exageración sin caer en ella. Hay humor blanco, humor casi negro (en la alcoholizada vecina también separada) y humor más vulgar, que completan un panorama, en el fondo más triste que divertido, pero que El camino de vuelta intenta redimir de la tragedia.
En una de las secuencias del film, Susana (adolescente) afirma, sagazmente, que esos veranos en la costa son para los adultos como la universidad: beben, fuman marihuana y son infieles. Mientras imponen reglas, algunas de ellas absurdas, a sus hijos (paradigmática la escena del juego de mesa infantil), son incapaces de cumplir con las normas más elementales de sentido común. Hacen dejación casi total de sus responsabilidades como padres, y les exigen una reciprocidad y respeto incomprensibles para un adolescente.
Por eso, la idea del parque temático como refugio, aislado de la selva del “asfalto”, donde no hay normas y donde se puede ser niño y crecer al mismo tiempo, es un gran hallazgo del guión, que versiona con buena partitura un relato muy contemporáneo: la búsqueda de la figura paterna, la aceptación de las circunstancias y la indiscutible necesidad de ser querido y aceptado como uno es en el seno de su familia. Eso sí, lo hace en un trago sin duda amargo, o como mínimo agridulce, y destilado con abundante desinhibición.
Firma: Lourdes Domingo
Extras DVD:
- Audio: español, inglés, checo, húngaro
- Subtítulos: español, inglés, árabe, checo, griego, húngaro, rumano
- Escenas eliminadas
- Detrás de las cámaras con el cásting y los cineasta
Duncan tiene 14 años y está lidiando con la separación de sus padres y sobre todo con el novio de su madre. Abatido por la situación, se ve inmerso en un veraneo en el que la mayor parte de los adultos se pasan el día alrededor de una mesa, donde suele haber alcohol y alguna hierba. Water Wizz, un parque acuático muy peculiar, se convertirá en algo más que un refugio para las vacaciones de este joven.
