Difret

La película de Mehari y producida por Angelina Jolie expone a través de una historia concreta la historia que muchas chicas, todavía niñas, han sufrido y continúan sufriendo: el rapto de la novia o secuestro por matrimonio. Esta práctica todavía es común en tribus africanas y asiáticas (afecta al 40% de las niñas): se deshonra a esas jóvenes para que no se planteen volver a su casa, ya que su oprobio comportaría también el de su familia.

El film, con premios en el Festival de Sundance y Berlín, se basa en el caso real que consiguió cambiar la legislación etíope en 1996 (al criminalizar el secuestro por matrimonio), y que fue posible gracias a la valentía de mujeres como Meaza Ashenafi.

Por eso, su argumento se basa en la lucha por la dignidad de la mujer en una sociedad claramente patriarcal, en la que la tradición manda por encima de la legislación, hasta el punto de que, incluso, el Ministro de Justicia intenta no contradecir al consejo de sabios del pueblo de la protagonista. Por suerte, ahora es ilegal acatar los dictámenes del consejo si van contra la ley. De hecho, la honestidad con que se muestra la situación de Hirut es una clara escenificación de la lucha entre tradición y modernidad humanizadora, siempre como una directa puesta en práctica los derechos humanos.

Al mismo tiempo, las escenas de la conmovedora trama se presentan con una delicadeza que, actualmente, se echa en falta en las pantallas. Y el metraje, a través de planos cortos, descubre al espectador los contrastes de dos sociedades distintas e integradas en una misma: la rural y la urbana. Estas imágenes se refuerzan con un guión muy directo y claro que expresa las discrepancias entre las partes involucradas.  En este sentido, las secuencias alternas campestres y metropolitanas, juntamente con la música, hacen de Difret una película con un ritmo equilibrado.

Mientras, lo que queda bien claro ques que la historia de Hirut es un homenaje a todas las grandes, y a veces desconocidas, personas que, día a día, intentan mejor el mundo.