Diablo

El argentino Nicanor Loreti debuta en la dirección de largometrajes de ficción tras una corta carrera en el mundo del documental y el guión cinematográfico. Diablo llega a España dos años después de su estreno en Argentina, llevando tras de sí una estela de premios y nominaciones en diferentes festivales independientes, tanto de Sudamérica como de Europa. Asimismo, la película ha recibido el aval de una parte de la crítica de su país, que ha encontrado en este exploitation film la introducción de un tipo de cine prácticamente inédito en la producción nacional.

Considerada por muchos una mezcla a la argentina de títulos como Machete y Pulp Fiction, Diablo se construye sin complejos sobre la violencia. El cine de Tarantino, Rodriguez, Leone y Peckinpah se dan cita en un film con pocas pretensiones que vayan más allá de ofrecer un pasatiempo salvaje y adquirir una dimensión catártica visceral e instintiva. El homenaje a sus maestros por parte de Loreti es constante y visible en los títulos de crédito, la música, la caracterización antiheroica y despreocupada de cualquier reflexión moral de sus personajes, el uso de recursos como el blanco y negro con estética de cómic, o el carácter casi lúdico de flashbacks y flashforwards destinados a desordenar el argumento y a confundir al espectador.  

Con todos esos elementos y muchos litros de sangre, el autor construye una cinta de carácter anecdótico y consciente de sí misma, de su sobrecarga de personajes excéntricos y de su buscada pérdida de control sobre la historia. La película no es mucho más que la brutal y surrealista exageración de una mal día en la vida del Inca del Sinaí (apodo del protagonista por su ascendencia judía y peruana), cargada de humor negro, violento, paródico, políticamente incorrecto y, en ocasiones, demasiado local. De cada espectador depende que está liberación de excesos y voluntad de divertirse y divertir tiñendo la pantalla de rojo suponga realmente una opción válida de entretenimiento.

Firma: Juan Xipell