Destino Marrakech

En el año 2002, la producción alemana En un lugar de África ganó el Oscar como mejor película extranjera. Más de diez años después, su directora y guionista, Caroline Link, ha decidido volver al continente africano, en este caso más al norte, a Marruecos, y ambientar allí un drama familiar entre un padre y un hijo adolescente que apenas se conocen.

Es curioso que en un momento del film, Heinrich, el padre, amoneste a Ben, el hijo, por escribir relatos muy del estilo de los norteamericanos, en cuanto que son excesivamente “sentimentaloides”. Llama la atención este comentario un tanto despreciativo en una película que trata el problema de los hijos adolescentes de padres separados con la superficialidad habitual de los telefilms estadounidenses, incluyendo toda la batería de tópicos y lugares comunes (“nunca estuviste cuando te necesité”, “para mí tampoco ha sido fácil”, “no intentes recuperar ahora el tiempo perdido”… sin que falte tampoco el momento musical con escenas mudas en las que se ve crecer la empatía entre padre e hijo). Por otro lado, el intento de road-movie, en el que se convierte la segunda mitad de Destino Marrakech, recuerda demasiado a Hollywood. Aunque los viajes iniciáticos los conocemos al menos desde Homero y su Ulises, es el cine norteamericano el que ha sabido plasmarlos en de la manera más legendaria, por lo que esta producción alemana queda como una mera y simplista imitación.

Nada nuevo, por tanto, ni nada original. Las múltiples y muy bien fotografiadas escenas de Marrakech y sus alrededores le dan al film cierto empaque y los diferentes ambientes con sus originales habitantes tienen interés en sí mismos.

En definitiva, la directora alemana nos ofrece una historia que hemos visto demasiadas veces pero con un envoltorio interesante y, para determinadas personas, supongo que cautivador.

Firma: Esther Rodríguez