Peter Docter es uno de los valores actuales de Pixar no sólo porque es vicepresidente del área creativa, sino también por estar en el origen y final de títulos tan sólidos como Toy story, Monstruos, S.A. o Up. Esta vez, inspirado en su propia hija Ellie, Docter ha dado pie a una de las mejores películas del año y, sin duda, una de las más completas películas de animación.
Inside out es un baile perfecto, justo, entre el portento de una animación técnicamente perfecta y creativamente genial y el de una historia que conecta con lo más sencillo y profundo del corazón humano. El prodigio del film reside en esos y otros aspectos, pero especialmente en la coordinación y cohesión casi orgánica de todos ellos.
Hay títulos de Disney y de otros grandes estudios que logran ese mimetismo con la realidad a través de esa técnica, pero con historias previsibles e incluso cercanas a un ensartado de sketches cómicos de escasa entidad dramática y con concesiones al humor fácil. También hay producciones con actores de carne y hueso que expresan con cercanía y detalle el proceso emocional y los mecanismos misteriosos de nuestra mente y corazón. Sin embargo, la conjunción entre lo primero y lo segundo es más difícil de encontrar y, quizá, también más compleja de mostrar.
Pete Docter y su equipo de guionistas y codirector consiguen un guión sin pérdidas de ritmo y, a la vez, sin pérdidas de tiempo en el desarrollo del conflicto. La plasticidad, autenticidad y buen humor con que explican el papel de los sentimientos en nuestra vida es revelador para espectadores jóvenes y adultos; aunque, seguramente, los más pequeños (de 7 años para abajo) están algo lejos de seguir ese paralelismo entre mundo interior y mundo exterior con que se presenta la película.
La marca alegre de la casa Pixar se despliega a través de una completa gama de colores básicos asociados a emociones también básicas e incluso a tipos de recuerdos, que evoca ligeramente las teorías del Kandinski pintor y ensayista. En este sentido, el film juega con los aspectos perceptivos y conceptuales también en conexión con el arte, lo que provoca brillantes pasajes como el de la sala del pensamiento abstracto o el mundo de los sueños. También el juego de tonos fríos y cálidos entre San Francisco y Minnesota completa un apartado gráfico que no se despega de su papel en las tramas.
No obstante, la conquista más grande de Inside out es su conexión con el público por su imaginativa ilustración del papel básico, y no auxiliar, de las emociones en la vida humana. Desde el racionalismo de Descartes, estas han sido prácticamente desterradas del pensamiento moderno. Y a falta de estudio y reflexión sobre ellas, los hombres hemos ido perdiendo perspectiva y autocomprensión. No ponerlas en su sitio nos ha llevado a dejar que nos zarandeen en un peligroso movimiento pendular. Las apartamos para las cuestiones que creemos importantes, pero en muchos casos de la vida diaria nos dejamos guiar irracionalmente por ellas.
En este sentido, el film de Docter hace una brillante exposición práctica de que esas pasiones están y son en nuestra cotidianidad. Nos dan datos sobre cómo valoramos la realidad, un hecho, una persona, una situación. Nos informan sobre el efecto que ejercen todos esos elementos en nuestro interior. Y nos permiten enriquecer la existencia, que no se da con raciocinio y voluntad aisladas. Necesitamos los afectos (impulsos vitales) para enjuiciar, razonar, pensar, decidir e incluso para actuar.
Del revés (Inside out) ilumina estos aspectos, sin hacer una apología del agotado tópico de “sigue lo que te dicte tu corazón”. Con sencillez, Docter muestra cómo esconder y negar lo que sentimos es un peligro y cómo reflexionar y conducirlo, aprovechando la sinergia entre sentimientos, es una ganancia. Descubrir por qué algo en concreto nos entristece, alegra, enfada o provoca rechazo es, muchas veces, el camino para una vida feliz.
Firma: Lourdes Domingo
Riley tiene 11 años y vive feliz en Minnesota con su familia, amigos y su afición al hockey. Sin embargo, por el trabajo de su padre, se mudan a San Francisco donde los cambios la afectan intensamente. Mientras, en su interior, las emociones, pensamientos y recuerdos discurren y se ponen en acción para hacer que Riley sea feliz.
