Viaje a alguna parte

Helena de Llanos tenía un gran reto por delante al querer recopilar todo el material de archivo de dos artistas –Fernando Fernán Gómez y Emma Cohen– que quedó en casa de su abuelo. Con múltiples cajas llenas de documentos (filmografía de los dos actores, cintas caseras de su vida cotidiana, obras literarias de ambos…), la directora se las arregla para mezclar ese caos en un solo collage que ha titulado Viaje a alguna parte.

La técnica empleada es original y muy trabajada pues combina secuencias de otras películas con rodajes actuales, de manera que permite interactuar a Fernán Gómez con su nieta. Asimismo, es meritorio cómo parte del elenco es capaz de adaptar sus gestos a la voz original del escritor y mover los labios a la misma velocidad que el audio, de modo que no se note en demasía que imagen y sonido van por separado.

Sin embargo, el guion es sumamente confuso. Este homenaje a dos figuras interesantes acaba siendo más un ejercicio sentimental que narrativo y las escenas se suceden sin coherencia ni orden lógico. El film mezcla realidad e ilusión sin llegar a ser ni documental ni ficción y con representaciones extravagantes y quizá fuera de lugar.

De Llanos rompe la cuarta pared demasiadas veces, en una invitación a que la acompañemos en esta travesía, pero resulta complicado ser cómplices ya que la trama es desconcertante y muy compleja de entender. Aún haciendo un esfuerzo de concentración, no termina de quedar claro qué quiere contar esta historia que reúne fantasmas, amigos y recuerdos en la misma casa. Además, el metraje es excesivo y, después de casi dos horas difíciles de ver, el destino de este Viaje a alguna parte sigue siendo una incógnita para el espectador.

Firma: Patricia Amat