Una propuesta estival cuya extrema corrección y sus puntuales desaciertos son encauzados por la construcción minuciosa de los dos protagonistas, interpretados respetuosamente por Céleste Brunnquell y Quentin Dolmaire.
El caos familiar y el clima vulgar que habita su hogar provoca en Fifí una necesidad urgente de escapar a un lugar tranquilo. Esas dinámicas disfuncionales entre padres, hijos y hermanos se construyen desde la primera secuencia. Así, se entiende desde un arranque el motor que empuja a la joven a tomar ciertas decisiones y a comportarse de determinadas maneras. Entre otras razones, las dificultades económicas son uno de los problemas que tensan el ambiente y la fuerzan a ser una adulta y comportarse como tal, desarrollando una madurez prematura para sus quince años.
Esas mismas dificultades son las que llevan a Fifí a robar una copia de las llaves de la casa de una amiga adinerada que está fuera durante las vacaciones. En ella encuentra un espacio donde estar sola y aislarse del desorden hasta que llega el hermano mayor de su amiga, Stéphane. Ambos personajes están en un momento vital en el que se encuentran perdidos e incomprendidos y, pese a su diferencia de edad, hallan en el otro alguien con quien abrirse, ser escuchados y sentirse entendidos. Hallan en esa vivienda que les es ajena, a cada uno por razones distintas, un lugar donde librarse del peso de las dudas, las inseguridades y las preocupaciones.
Pese a cierta problemática moral hacia la que vira el relato cuando la conexión entre Fifí y Stéphane toma un cariz romántico –que afortunadamente es frenado a tiempo tras un error puntual–, la película mantiene una correcta –en ocasiones, tan correcta que cae en lo impersonal– y calmada puesta en escena. El retrato familiar se expone crítico sin sobredramatizarlo y la cámara mantiene esa pausa veraniega, reposada y dejando respirar a los diálogos. En ellos recae uno de los principales aciertos del film gracias a su capacidad de reflejar de una forma naturalista la incertidumbre que destaca en la vida de ambos protagonistas. La bonita conexión entre ellos bebe de la entrega de sus intérpretes, Céleste Brunnquell y Quentin Dolmaire, por presentar con tacto y respeto mutuo cada una de las capas y los conflictos internos de sus personajes.
Firma: Yoel González
Sophie, o Fifí como todos le llaman, es una chica de 15 años que ansía evadirse de su complicado entorno familiar. De repente, las puertas se le abren al reencontrarse con una adinerada amiga de la escuela cuya familia está a punto de marcharse de vacaciones. Así, Fifí se hace con una copia de las llaves de la suntuosa vivienda de su compañera y vuelve cuando se encuentra ya vacía, dispuesta a pasar su verano tranquila allí. Sin embargo, el hermano mayor de su amiga regresa inesperadamente con la intención de quedarse también durante las vacaciones.
