El anecdótico título invita al espectador a sumergirse en una especie de road movie sobre la venganza y el perdón. En ella, forma y fondo se dan de la mano en un excelente equilibrio de géneros para un disfrute amplio.
Con Un simple accidente, ganadora de la pasada Palma de Oro del Festival de Cannes, Jafar Panahi ha conseguido reunir los máximos galardones de tres de los grandes festivales de cine –completados con el Oso de Oro de Berlín por Taxi Teherán (2015) y el León de Oro de Venecia con Los osos no existen (2022)–. Antes de anunciar el reconocimiento a su nuevo film, la directora del jurado de Cannes, Juliette Binoche, habló de un “arte que provoca, cuestiona y altera” e invoca a “una fuerza que transforma la oscuridad en perdón, esperanza y una nueva vida”. Es una buena forma de describir la propuesta del cineasta iraní, pero es crucial entender el trasfondo de sus últimos años hasta llegar aquí.
Panahi ha sido encarcelado en varias ocasiones por el gobierno de su país –la última en 2022 por denunciar el arresto de dos compañeros de profesión– y se le ha prohibido salir de la nación durante un largo periodo. De sus experiencias en prisión comenzó a germinar la semilla para escribir y rodar Un simple accidente, una obra mucho más política y donde se lanzan una serie de asuntos ético-morales al espectador a lo largo de todo el metraje. La cinta supone una suerte de road movie sobre la venganza y el perdón, en la que Jafar sorprende por su filantrópica visión.
No obstante, más allá de la cuestión temática, el director imprime su mirada autoral en cada una de las imágenes. Estas apuestan por una realización efectiva de planos sostenidos, donde no se sucumbe a la premura de cortes innecesarios o a un aparatoso montaje frenético. Con este planteamiento, se presenta una historia donde el anecdótico accidente que da nombre al título sirve de excusa para el posterior acontecer de encuentros inesperados, reflejo de la azarosa vida.
Así, el largometraje se acaba conjugando como una especie de thriller –con esos tintes políticos mencionados–, un drama humano y, al mismo tiempo, una sorprendente comedia en la que el humor permite un descanso a la audiencia sin caer en lo absurdo. Este equilibrio redondea un particular visionado, entretenido y enriquecedor al mismo tiempo, con una vibrante agrupación de personajes y uno de esos finales que quedan impresos en la memoria. Un plano que sintetiza toda la reflexión de fondo y con una sencillez formal que eriza la piel.
Firma: Yoel González
Una familia regresa a casa por la carretera. Tras sufrir un percance, aparentemente sin importancia, el padre pide ayuda en un garaje aún abierto. Sin embargo, allí, tras ser reconocido, se desatará una reacción en cadena en la que cada vez más gente se verá envuelta.