Un lugar común

La temática de Un lugar común tiene elementos estimulantes. La protagonista, Pilar, se ha centrado en ser una buena profesional toda su vida, pero a la hora de la verdad la despiden a causa un problema económico. Por tanto, el valor que pensaba que proyectaba, ganado a pulso por su esfuerzo, se desvanece.

En esas circunstancias, gira la atención a su entorno familiar, que está repleto de tópicos: un marido iluso que abandona su trabajo por el sueño de ser novelista (dejando así de ingresar dinero en casa), una hija cuya concepción inmadura de libertad consiste en ir a cuidar perros a Guatemala (a la vez que ignora a sus parientes) y un hijo más preocupado por hacer pilates que por estar con su madre. A todo esto, se añade la adicción a los móviles, tan propia de esta época, y una amiga que ha sido incapaz de superar la fase adolescente.

El argumento muestra cómo la madre trata de volver a unir a su familia, narcotizada por las pantallas y sus propios proyectos. El problema es que no hay ninguna autocrítica de cómo se ha llegado a esta situación, ni se propone una solución convincente. Al contrario, Pilar acaba optando por desinhibirse, abrazando la libertad inmadura de su amiga, ante el fracaso de su intento.

Por otro lado, la evolución psicológica de los personajes es casi inexistente y, cuando parece que debería producirse, se acaba la película. Ahora bien, la actuación de Eva Llorach, pese a su papel poco desarrollado, no tiene nada que envidiar a las mejores estrellas de Hollywood. En definitiva, es un producto interesante en la superficie, pero insustancial en el fondo.

Y para acabar, es pertinente resaltar que hay una escena grabada en el vestuario donde se muestran desnudos.

Firma: Luis Gaspar