Tully es una de esas películas que surgen de vez en cuando y que, gusten más o menos, no dejan indiferente a nadie (lo que ya es, de por sí, un valor). De la mano de Diablo Cody, guionista, y Jason Reitman, director, nos sumergimos, sin piedad ni oxígeno de reserva, en las turbulencias internas que sufre Marlo en los días anteriores al parto y las semanas posteriores.
Esta pareja de realizadores ya demostraron en Juno y en Young adult, que son especialistas en enfrentar al público con realidades familiares tan cotidianas, obvias y naturales que resultan altamente dramáticas. Circunstancias que no son tema habitual de salas de cine o que, de pura cercanía, no son objeto de nuestra atención o preocupación; y, sin embargo, afectan a más de los que pensamos o a nosotros mismos en muchos casos.
El agotamiento, la frustración, el temor al futuro de los hijos, las dificultades económicas, la “competencia” del hermano y la cuñada perfectos, la nostalgia de una juventud que se tuvo y que, no se sabe cómo, desapareció para siempre, la cómoda desidia del cónyuge en cuanto a implicación familiar y conyugal… Todo ello parece salirse de la pantalla y abofetearnos con un realismo y una verosimilitud inaudita. La fuerza y pericia con la que Cody escribe y Reitman rueda funcionan a la perfección, pero serían un trabajo inútil sin la interpretación, soberbia e incomparable, de Charlize Theron.
Theron domina la trama y compone una protagonista tan creíble que nos arrastra en pos de ella como lo hacen el resto de personajes con los que se cruza en la película. Tal como ocurre con las madres en la vida real, vida de la que el film es un reflejo duro pero perfecto, Marlo parece ninguneada, abusada e ignorada y, sin embargo, todos los demás giran indefectiblemente a su alrededor. Solo Tully, muy bien encarnada también por Mackenzie Davis, es capaz de hacerle frente y, con su energía y juventud, hacerle ser consciente de su propia verdad y reaccionar ante ella. Davis es la única que mantiene el duelo interpretativo con Charlize Theron ya que los demás, fieles a su papel en la trama, se ven siempre oscurecidos por la imponente humanidad de Marlo-Theron.
La explícita inmersión en los entresijos de la maternidad y la vida familiar no impide que el largometraje se disfrute sino que lo impulsa. La fascinación por el personaje y su entorno se refuerza gracias a la agilidad que Diablo Cody imprime al guion, la frescura de las situaciones y un montaje que en algunos momentos es casi una filigrana que entrelaza la historia, la hace avanzar y la adereza con una bella banda sonora sentimental y desenfadada a la vez.
Este film no termina. Al salir de la sala la historia de Marlo sigue rondándonos e interpelándonos y nos bombardea con diferentes temas. Especialmente interesante es el de la aceptación, como ejercicio de libertad más que de resignación. O el del tiempo, que enciende tanto como apaga el sufrimiento propio y concede la oportunidad a los demás de conocer y comprender a Marlo.
Tully es, como vemos, una película dura, que duele por sincera. No escatima aristas y vulgaridades, como las que rondan por la tele de Marlo en sus momentos más bajos, ni oculta la crueldad que a veces surge entre las personas que se quieren. Y por sincera también se rinde a la verdadera realidad de las familias: el amor, puro y duro; que, aun oculto y abotargado entre videojuegos, sostiene y da vida a todos sus miembros.
Firma: Esther Rodríguez
Director: Jason Reitman
Guionistas: Diablo Cody
Intérpretes: Charlize Theron, Emily Heine, Mackenzie Davis, Mark Duplass, Ron Livingston
Género: Drama
País: EE.UU.
Fecha estreno: 22/06/2018
Lenguaje: Vulgar
Marlo tiene dos hijos y está a punto de dar a luz al tercero. Está agotada y acepta un regalo de su hermano: una niñera nocturna, Tully. La relación con ella y poder descansar por las noches le permitirá volver a tomar las riendas de su propia vida.
Título original: Tully
País: EE.UU.
Duración: 94'
Fecha producción: 2018
Distribuidora: Universal Pictures
Color: Color