Todos lo saben

Asghar Farhadi
llevaba mascando este proyecto desde hace más de diez años y, también desde entonces, con su epicentro en tierras españolas.

Lo curioso del caso es que la película ha cuajado cuando
Farhadi
ya es un director consagrado y con premios como los de Cannes, Berlín, Globos de Oro y Óscar y, por tanto, el espectador tiene mucho con que comparar su visión de una parte de nuestra cultura autóctona.

El cineasta iraní mantiene una serie de ingredientes que han funcionado con perfección y belleza narrativa en su filmografía: desde A propósito de Elly, Nader y Simin, una separación, pasando por la reciente El viajante y su incursión en tierras galas El pasado. El thriller y el drama familiar y moral alientan un toque de tragedia medida e imprimen una huella que queda en el público tiempo después de ver la película.

En Todos lo saben se opera de manera similar, incluso se crea un contraste más fuerte por el tono festivo con el que arranca la trama hasta bien entrada la celebración. Sin embargo, el ensamblaje de esos dos territorios (los dos géneros) no alcanza ni la finura ni la verosimilitud de sus obras anteriores.

Quizá sea que se juega con muchos más personajes para sembrar la duda y la interacción emocional; quizá sea algún pequeño fallo en la dirección de actores o unas decisiones de guión-realización que dejan al espectador muy lejos de poder acercarse a la clave del enigma. Al mismo tiempo, a pesar del deseo de caracterizar con variedad a lo ancho y a lo largo, algunos personajes dibujan en exceso y demasiado pronto sus rasgos (como los del hombre de acción frente al pasivo o providencialista) con lo que contribuyen a desdibujar la sutileza habitual de Farhadi.

Sea lo que sea no impide que Todos lo saben sea un film interesante, con un suspense con el que meterte en la historia y con una puja de asuntos esenciales que dejan un poso de satisfacción y no de banalidad.

Firma: Lourdes Domingo