Todo a la vez en todas partes

De vez en cuando, los títulos que tienen algunos largometrajes distan bastante de lo que luego se encuentra el espectador. No obstante, en este caso, Todo a la vez en todas partes es el resumen perfecto de lo que hallará el que se disponga a enfrentarse al visionado: todo, en todas partes, y todo ello a la vez. Sin duda alguna, la amalgama de elementos, escenarios y tiempos que se encadenan en esta cinta provocan un caos que puede hacer que uno se cuestione si está bajo los efectos de una alucinación.

Esta película realmente es todo: una locura descontrolada en la que se unen productos tan diferentes como Dr. Strange, Matrix y Ratatouille; donde una pelea sangrienta, una presentación de impuestos o un desfile de personajes de fantasía encuentran su lugar todos juntos en el mismo guion. Es una sucesión demente de despropósitos que –en parte debido al excesivo metraje y en parte por lo sobrecargada que está– agota y desconcierta, pero consigue llegar al público.

El equipo logra empujar al límite la exploración del multiverso hasta el punto de que el auditorio no sabe lo que está viendo ni lo que vendrá. Y lo mejor de todo es que no es un experimento bizarro de abrazar el caos por el caos. El film plantea una cuestión compleja que da origen a toda esta vorágine y que lleva a la audiencia a conmoverse.

En definitiva, esta propuesta es una experiencia apabullante y muy original que puede llegar a extenuar, pero que merece una oportunidad por su novedad y la temática de fondo.

Firma: Patricia Amat