Ti mangio il cuore

El realizador Pippo Mezzapesa escribe y dirige Ti mangio il cuore en la que lanza (y nos enfanga) al terrible y tópico mundo de la mafia italiana rural y despiadada.

Basándose muy libremente en un caso real relatado por el libro homónimo de Bonini y Foschini, asistimos durante casi dos horas a una atroz descripción del odio ancestral, las pasiones incontroladas y la cerrazón de una sociedad que hace de la bestialidad su modo vida.

Los métodos y motivaciones de los muchos personajes que deambulan por la pantalla no nos son desconocidos, pues la mafia siempre ha tenido un hueco en la historia del cine y sus dudosos códigos de honor se han revestido de cierta épica y admiración.

Mezzapesa huye de lo idílico del mito, pero no me atrevo a agradecérselo ya que pendula hacia el lado contrario resaltando lo más oscuro, obsceno y abyecto. En sus manos, la humanidad se diluye entre excrementos y barrizales (muy poco sutil la metáfora de las granjas) animalizándose hasta el extremo y, como si dudase de la perspicacia del espectador o de un mínimo de inteligencia del mismo, se regodea en explicarnos (y explicitarnos) todo en un sucio relato, atroz y agobiante.

Aparte de los veteranos (Michele, Teresa…) el resto de los personajes no tienen una evolución natural, o al menos medianamente explicada, por lo que seguir la trama, fuera de la violencia, resulta incomprensible y desengancha con rapidez.

Hay algún momento interesante y cinematográficamente bello, en fondo y forma, como el del baile de Navidad o la procesión final. Coincide cuando Mezzapesa mira a la cara, de humano a humano, a la población y se olvida por unos instantes de deambular por los bajos instintos. Una pena que esta óptica y esta contención no haya dominado el resto del metraje.

Firma: Esther Rodríguez