Un filme magistralmente dirigido e interpretado que, lejos de centrarse en los años de gloria de Mark Kerr, muestra con realismo la vulnerabilidad de este pionero de la lucha libre.
En los últimos años, los relatos de lucha libre y boxeo en formato biopic o ficción se han convertido casi en un subgénero propio. Aunque aborda un contexto de nicho que, en un principio, puede interesar más a los aficionados a la lucha o al deporte en general, The Smashing Machine atrapa desde los primeros minutos. El espectador conecta de inmediato con la historia, con el ritmo narrativo, con la atmósfera cuidadosamente construida y, sin duda, con la magnífica interpretación de Dwayne Johnson.
La película fluye con naturalidad. El relato alterna con precisión la vida personal y los combates de MMA, así muestra el contraste entre la bestia imbatible que fue Mark Kerr en los 90 y sus luchas internas: la adicción al dopaje, las caídas emocionales, la soledad y las tensiones con su pareja, que a menudo lo hacían sentirse incomprendido. Con todo esto, lo más impactante es cómo se muestra a un ser de carne y hueso, frágil, con demonios internos, que lucha por sostener a su familia, su salud y su reputación.
Benny Safdie dirige un filme que combina acción, tensión psicológica y emoción, mientras que retrata con sensibilidad —más allá de la cima del estrellato— el complejo mundo de los deportistas de élite. En el plano técnico, la obra roza lo magistral: la fotografía recrea los Estados Unidos de finales de los 90, el vestuario y la dirección de arte refuerzan su autenticidad, y los movimientos de cámara abruptos transmiten la desorientación de la derrota. Asimismo, la utilización del jazz en las peleas permite que los giros imprevisibles y las percusiones repentinas, propias del género, reflejen la esencia de las artes marciales y aporten una elegancia rara vez vista en esta disciplina.
Para rematar, tanto Johnson como Emily Blunt ofrecen una vulnerabilidad conmovedora y una química que emociona y revela el peso de las cargas que cada uno aguanta. En definitiva, la cinta narra una historia que destila credibilidad y convence por la honestidad de sus personajes, mientras rescata además la figura icónica de Mark Kerr, pionero en este deporte, cuya historia merecía ser contada con esta fuerza y sensibilidad.
Firma: Rocío Montuenga
Mark Kerr fue un luchador real que debutó entre 1997 y 2000, un ícono en los inicios de la UFC. Su historia retrata una increíble ascensión y una drástica caída en el mundo de las artes marciales mixtas; un camino recorrido con determinación y el apoyo de su pareja, pero lleno de dificultades emocionales, en una historia de lucha, ambición y redención.