The road dance

Basada en la novela homónima de John MacKay, The road dance presenta una crónica impactante de la que el espectador no saldrá ileso. En manos del guionista y director norteamericano Richie Adams, la biografía de la joven Kirsty Brooks y de la pequeña aldea escocesa en la que vive transmite todo un mundo de sensaciones y sentimientos.

El guion está escrito con firmeza acompañando las ilusiones de Kirsty con una ambientación espectacular al servicio del relato. La representación del paisaje de las Hébridas, entre los páramos y los acantilados siempre golpeados por un violento mar, que es a la vez peligro y esperanza, se convierte en un personaje principal más y no en un mero envoltorio de lucimiento estético.

Entre sus rocas y prados, los habitantes sobreviven a la dureza de una vida sencilla agravada por el fantasma de la Guerra Mundial de la que su alejamiento del resto del mundo no va a servirles para poder huir de ella. En ese marco, Murdo y Kirsty intentan sacar adelante su historia de amor y la ilusión por el viaje a Estados Unidos. Alrededor de ellos, una galería de figuras que, apoyadas en los tópicos, sorprenden más de una vez gracias a la trama que Adams salpica de giros y dan mayor interés al film.

La película es, básicamente, un cuento de amor. Sin embargo, queda muchas veces oculta por los acontecimientos que expone y que, a pesar de los intentos de elipsis, se muestran en varias ocasiones con explícita crudeza. Ésta se compensa con la fuerza del propio relato y de sus protagonistas, capaces de salir adelante y de ayudarse sin sentimentalismos, pero con verdadera caridad. Las interpretaciones de todo el elenco son perfectas, en su contención y verismo. Por la lógica del metraje, destacaremos las de Morven Christie, y Ali Fumiko Whitney, madre y hermana de Kirsty, y por supuesto, de la actriz principal, Hermione Corfield.

No quiero terminar sin resaltar la banda sonora compuesta por Jose Carlos Álvarez y acompañada de melodías y canciones tradicionales para ambientar mejor aún la narración. Y de la misma manera, mencionar a Petra Korner, la directora de fotografía que consigue empaparnos, casi literalmente, de la cortante humedad que envuelve a los personajes.

Firma: Esther Rodríguez