Goldberg y Rogen dirigen esta película que podría colar como superproducción, especialmente en las secuencias finales. Gran parte de su atractivo radica en la polémica que generó: Sony sufrió un ciberataque y varias amenazas por parte de Corea del Norte, hasta tal punto que decidió cancelar el estreno. Sin embargo, muchas personalidades americanas, presidente Obama incluido, hicieron que Sony se replanteara su estreno.
Aunque comienza con una interesante crítica al periodismo amarillo, la telebasura y el “hype” (juego con las “grandes expectativas”) en el sector americano de la información, se trata de un filme de humor absurdo que empieza cayendo simpático, con algunos sketches buenos. Sin embargo, cuando la broma se alarga durante más de una hora y media, es normal aburrirse de mala manera, ya que nada resulta ni sorprendente ni divertido y el abuso del humor marrón, como suele ocurrir, también acaba saturando, sin perder de vista que no es más que un modo infantil de disfrazar un potente misil (tal vez justificado) contra el hermético régimen de Kim Jong-Un.
Al igual que en Los Simpsons, el pueblo americano se autodefine como un lugar de libertad y buen rollo sin fronteras, de gente despreocupada, con sentido del humor y sin más aspiración que disfrutar de la vida posmoderna. Y, por supuesto, también se muestran como los indiscutibles colonizadores culturales, ya no sólo de Occidente, sino también de sus pueblo enemigos.
Pasado el ecuador de la película, se toca por primera vez un asunto mínimamente serio: el “derecho” a matar a una persona. En este sentido, la escena de la entrevista es, con diferencia, la más tensa e interesante. En realidad, todo lo demás es una excusa para llegar a este punto, en el que se pretende dejar claro que, si bien los americanos tampoco tienen una política impoluta, sí tienen algo más claras algunas prioridades sobre cómo tratar a sus ciudadanos.
En definitiva, estamos ante una película cuyo escaso interés radica en la polémica que ha desatado y en su argumento. Por lo demás, se queda en un empacho de humor marrón a lo Dos tontos muy tontos. Con suerte, puede servir para despertar curiosidad sobre este fenómeno asiático y luchar contra la desinformación sobre el problema norcoreano.
Una idea cargada de intención política encerrada en una historia absurda.
Firma: Josepmaria Anglès
Dave y Aaron dirigen un popular programa televisivo de entrevistas de contenido más bien blando y entretenido. De forma inesperada, consiguen una en exclusiva con Kim Jong-Un, el temido dictador de Corea del Norte. La CIA se adelanta a los acontecimientos, y les pide a los dos periodistas que aprovechen la ocasión para asesinarlo.
