Genial y entretenidísimo regreso de Guy Ritchie a las historias de gángsters irresistibles que luchan por mantener sus códigos morales en un entorno de violencia y crimen. Matthew McConaughey borda el papel de un capo decidido a retirarse, a pesar de las trampas de sus enemigos.
Guy Ritchie, que ha dirigido títulos tan distintos en los últimos tiempos como Aladdin, Rey Arturo o Operación UNCLE, es uno de los grandes especialistas de cine de acción. Sus propuestas combinan un humor negro y, a menudo violento, con personajes peculiares que defienden un extraño código de conducta dentro del mundo del crimen.
Pero lo cierto es que, desde que se llevara todos los elogios de la crítica con Snatch, cerdos y diamantes (2000), ya han pasado veinte años, sus películas han perdido su identidad y la industria se ha adueñado de buena parte de sus historias… Sin embargo, parece que con The gentlemen ha recuperado algo del territorio perdido.
Mickey Pearson (Matthew McConaughey) es un hombre de negocios, un chaval de la calle que se ha labrado un imperio con la marihuana… Hasta que decide que es momento de retirarse, de llevar una vida más familiar y, por eso, prepara la venta de su industria a un multimillonario de Oklahoma. No obstante, cuando la venta está a punto de realizarse por una cifra elevada, el asalto a una de sus factorías pone en riesgo la operación y obliga a Mickey a volver a ensuciarse las manos. Todo esto lo conocemos por medio de un periodista (Hugh Grant) que trata de sacar tajada de sus averiguaciones.
Lo mejor de The gentlemen, como ya pasaba con Snatch, no es la trama de gángsters (que hemos visto mil veces en pantalla) sino la maravillosa construcción de personajes que consigue Ritchie. Tipos de dudosa ética pero que, dentro de su mundo, luchan por seguir un código, una moralidad que les hace atractivos, cercanos y muy interesantes. Desde el protagonista que defiende su negocio frente a los que se dedican a la cocaína (“eso mata a la gente”) y muestra una fidelidad ejemplar hacia su mujer; hasta el coach de un gimnasio que intenta apartar a los chicos de la mala vida de la calle, a la vez que es capaz de dejar fuera de juego a los matones más peligrosos de la mafia rusa.
En resumen, estamos ante un largometraje entretenidísimo para los que disfrutan de peleas y negocios turbios, combinados con una estética de trajes caros, puros deliciosos y vasos del mejor whisky escocés; de diálogos hilarantes y de sentido común entre tipos que acabarán entre rejas.
Firma: Llorenç Ramis
Cuando el mayor distribuidor de marihuana de Inglaterra decide retirarse, varios capos pugnan por comprarle el negocio con métodos no siempre muy ortodoxos.