Testigo de otro mundo

El documental planea sobre un esquema sencillo, determinado no solamente por el escaso presupuesto de producción sino también por un modus operandi en el que el propio director participa de la puesta en escena.

Independientemente de los planteamientos personales sobre cuestiones trascendentales y ufológicas, la película parece sincera en la conexión entre las diferentes experiencias sobrenaturales en general: lo trasmundano terrestre y lo animista guaraní, en este caso.

También resulta franca en su presentación del personaje gaucho, lo que provoca cierta pena al contemplar cómo expone su interioridad y su vulnerabilidad, quizá con la intención de llegar al espectador y conectar con aquel ajeno a los extraterrestres.

Lo cierto es que Testigo de otro mundo es pequeña aunque intente hablar de lo grande y produce cierta sensación de tristeza, aunque no se atisba ni recelo ni mala intención.

Quizá lo más interesante, por un lado, sea el mismo personaje, Juan en sí y su vida en medio de la nada, así como la propuesta o lanzamiento del boomerang por parte del director: la falta de interrogaciones sobre por qué estamos en este mundo y sobre lo trascendente. Y, por otro lado, sin duda, aunque quede al fondo del relato: la conexión entre sentido vital y felicidad.

Firma: Lourdes Domingo