Un insulso reboot que se aborda con un guion repetitivo y monótono, se recrea en la violencia gratuita y busca su único potencial en sustos fugaces. Al final, tan solo queda una propuesta de terror desangelada y olvidable.
En 2008 Bryan Bertino dirigió y escribió el film de terror: Los extraños. Diez años después, coescribió una secuela dirigida por Johannes Roberts: Los extraños. cacería nocturna. Y ahora Renny Harlin recoge esa historia, ideada por un par de nuevos guionistas, para su insulso reboot en Strangers: capítulo 1.
Aquí la película comienza con un mensaje informando de la numerosa cantidad de crímenes brutales perpetrados anualmente en Estados Unidos. De ese modo, esta realidad en el contexto de la nación convierte los acontecimientos narrados en sucesos altamente probables. Sin embargo, ese carácter de aparente denuncia cae en la pura hipocresía. Pronto, la cinta se convierte en otro slasher más que se nutre de la violencia y su consecuente angustia.
Un inicio lento da paso a un desarrollo monótono, de escenas que se sienten iguales y repetitivas y un desenlace precipitado e incluso cutre. El sensacionalismo de la realización, el desinterés creciente por los protagonistas y el conjunto de incógnitas no resueltas empujan todo hacia la completa decepción. Además, el director parece entender el terror únicamente desde los sustos puntuales que, aunque hacen saltar momentáneamente al espectador de su butaca, pierden efectividad frente al tedio del conjunto.
Strangers: capítulo 1 se alarga en exceso hasta convertirse en una ridícula propuesta, completamente olvidable. Aunque el mayor temor viene cuando el final abierto recuerda la intención de continuar con las dos futuras entregas de la trilogía de Harlin. Ante ello, siendo honestos, alguien debería pensar en destinar el dinero de la producción a otras obras de mayor calidad audiovisual. Y, por lo que concierne a los amantes del género, seguro que pueden hallar otras producciones más estimulantes.
Firma: Yoel González
Una joven pareja se encuentra en un viaje profesional por carretera que coincide con la celebración de su quinto aniversario de noviazgo. Sin embargo, su coche sufre una avería cuando deciden hacer una pequeña parada en un pequeño y hostil pueblecito de Oregón. Ambos se ven obligados a permanecer una noche en una aislada cabaña en mitad del bosque, el único alojamiento disponible. La tranquila estancia rápidamente se ve sacudida por la visita de tres extraños enmascarados, que irrumpen en la casa dispuestos a atacarlos a sangre fría.