Solo para mí

Hace 21 años se estrenaba Te doy mis ojos, de Icíar Bollaín. Hace 23 años lo hacía Solo mía, de Javier Balaguer. Si retrocedemos más en el tiempo y cambiamos de país, nos encontramos con El color púrpura o La rosa púrpura del Cairo. Incluso Julia Roberts, en Durmiendo con su enemigo, se sumó a colaborar, por medio del cine, en la lucha contra la lacra de la violencia machista.

Este repaso histórico-fílmico viene a que, gracias a Dios, este doloroso tema ha tenido y tiene reflejo en el cine pero, por eso precisamente, los nuevos proyectos tienen que tener algo que aportar, en el fondo o en la forma, para seguir dando visibilidad e importancia a este problema. Y no quedarse como en este trabajo Donzelli-Efira que no pasa de telefilm con ínfulas.

El caso que narra Solo para mí sigue el proceso habitual y, como en los subproductos televisivos, no hay matices, profundización, análisis de las posibles causas, descripción verosímil de los protagonistas y su entorno… Sí hay efectos preciosistas, flashbacks inútiles y un personaje principal, Blanche, cuya personalidad inicial, culta y madura, no encaja con la rápida sumisión y complacencia ante su aburguesado marido.

Se desperdician, asimismo, elementos importantes, como el contraste mar-bosque, el recurso a la literatura o la presencia (y ausencia) de la madre de Blanche. Por no hablar de Rose, la hermana gemela: un rol absurdo considerando que Virginie Efira es incapaz de sostener la cámara en los numeroso primeros planos con los que intenta impactar al espectador.

Firma: Esther Rodríguez