Solo las bestias

Dominik Moll regresa con una adaptación de la novela negra de Colin Niel en un relato que, inicialmente enmarcado en una pequeña localidad rural francesa, traspasa fronteras. Ese ambiente, sumado a una presentación visual intrigante, nos presagia una atmósfera perfecta para un buen thriller que no acabará llegando.

Tras la desaparición de Evelyne Ducat, la película se lanza a un entramado donde cinco protagonistas quedan cogidos por sus hilos: Alice, una asistenta social; Michel, su marido y un ganadero obsesionado con la joven que ha conocido en internet; Joseph, un ganadero solitario; Marion, una joven locamente enamorada de Evelyn, y Armand, un estafador informático de Abiyán (Costa de Marfil). Sus historias separadas se ven unidas por la desaparición y revelan una concatenación de acciones y reacciones que propician el avance de la trama, pese a la cuestionabilidad de algunas de ellas.

Con un sugerente comienzo, Solo las bestias plantea una estructura no linear que, en la tendencia de clásicos como Rashomon o producciones más recientes como Babel, aborda una narración desde el punto de vista de distintos personajes. Sin embargo, no logra la fuerza que los largometrajes de Kurosawa e Iñárritu poseen. En una sucesión de cuatro capítulos –algunos de los cuales son casi innecesarios–, el misterio queda en un segundo plano, la tensión se va desinflando y, con ellos, las expectativas que prometía este thriller se pierden. En un film de estas características, donde cada detalle se debe cuidar para seguir atrapando al espectador, se cae en un circunloquio dramático que se cierra con una resolución un tanto previsible e insatisfactoria.

Asimismo, el trasfondo temático es realmente atractivo y Dominik Moll lo podría haber exprimido de tal forma que, entonces sí, el misterio no hubiera importunado en segundo plano. Aun así, vuelve a desaprovechar la oportunidad. Con un relato donde atendemos a personas solitarias –ensalzado por ese paraje rural preliminar– y donde prima la incomunicación, ambos temas quedan camuflados por un engaño y una obsesión que, pudiendo ser también sugestivas, se convierten en algo enfermizo.

A todo esto, la construcción de roles es un tanto superficial y, con el poco tiempo que disponemos con ellos debido a la multiperspectiva del relato, el público no acaba nunca de empatizar con ellos e incluso termina sintiendo, por algunos, cierto desinterés. No obstante, el sólido reparto –formado por los nominados al César Valeria Bruni Tedeschi, Damien Bonnard, Laure Calamy y Denis Ménochet; la joven Nadia Tereszkiewicz, y el debutante Guy Roger ‘Bibisse’ N’Drin– efectúa unas creíbles interpretaciones que ayudan a que el argumento no caiga en un mayor desapego. Junto a todos ellos, el film se acompaña de una fotografía acertada y una modesta propuesta musical que, sin ser distinguidas, permiten aligerar este difícil periplo.

En un momento dado, al inicio de la película, una anciana le comenta a Alice que “cuando amamos no puede pasarnos nada”. A pesar de que algunos se sientan intrigados por ella, Solo las bestias no permite que conectemos con la historia y, es probable que nos sea difícil amarla y quede en nuestro recuerdo como algo que podría haber sido y no fue.

Firma: Yoel González