Rivales

Luca Guadagnino nos sumerge en el mundo del tenis en una película que lleva a otro nivel su capacidad por indagar en las miradas personales de sus personajes y las complicadas relaciones entre ellos. Ambientada en el challenger –una competición menor– de Phil’s Tire Town en New Rochelle (Nueva York), Rivales gira en torno a las vidas y los vínculos de Art Donaldson (ganador de Grand Slams en horas bajas), Tashi Duncan (extenista prometedora convertida en entrenadora) y Patrick Zweig (tenista venido a menos).

El director italiano estira el precepto verbalizado por uno de sus protagonistas: “el tenis es una relación”. Así pues, destacan la buena definición de los roles y una jerarquía de poder correctamente establecida para dinamitar los distintos giros de guion. Todos estos vienen movidos por los deseos de unos hacia otros, al igual que por esas metas que cada uno busca alcanzar a nivel individual (y la insatisfacción de no lograrlo).

Simplificar el argumento a una mera historia de deporte o a un triángulo amoroso, sería denigrar la complejidad de Rivales. El guion de Justin Kuritzkes se construye bajo la división en sets de un partido de tenis. Este se conjuga como un duelo que se ve intercalado por flashbacks que ayudan a completar el mapa relacional. Guadagnino le añade toda una nueva lectura a través de la imagen –desenfoques, reenfoques, primeros planos invasivos, frontalidad de planos como muestra de confrontación, imágenes congeladas, etc.–. Y, al final, sumerge al espectador directamente en el partido, como si fuera este quien jugara los distintos puntos.

Rivales es una estimulante propuesta, a veces subida de tono, que se acaba de redondear con la música electrizante de Trent Reznor y Atticus Ross y las interpretaciones entregadas de Zendaya, Mike Faist y Josh O’Connor. No obstante, tras ello queda una reflexión sobre las dificultades humanas, los entresijos de la incomunicación y una oda a la importancia de la amistad, así como a la posibilidad de reconciliación.

Firma: Yoel González