Un thriller psicológico marcado por sólidas interpretaciones y una historia inquietante y compleja. Su particular estética y sus constantes giros narrativos invitan al espectador a adentrarse en un relato que atrapa desde el primer instante.
Reversión no es tanto un relato sobre la verdad como una reflexión sobre la justicia y la necesidad humana de imponer la propia versión de los hechos. Jacob Santana firma una ópera prima que, bajo una sólida estructura de thriller psicológico, con múltiples capas, explora temas como la mentira, la manipulación, la familia y la perpetuación de la violencia. Con todos estos elementos, el film avanza mostrando cómo ese flujo de daño solo puede detenerse cuando alguien decide cortar el hilo.
Desde la primera secuencia, Santana juega con el espectador mediante un engaño calculado que difumina los límites entre la realidad, el sueño y la percepción subjetiva. La trama se construye siempre desde la mirada de Mario, lo que potencia la complejidad narrativa y explica la sensación de rareza que provocan las primeras interacciones de Fernando Cayo y Belén Rueda. Esa artificialidad –visible incluso en escenas cotidianas como la cena familiar en medio de la tormenta– funciona como indicio de que algo en ese contexto no encaja.
El guion atrapa por los frecuentes giros y por cómo nivela acción y suspense sin perder profundidad temática. En un momento en que el público se acerca al thriller con referencias al true crime, Reversión se atreve a jugar con el binomio realidad-ficción y propone una experiencia que exige atención. La narración no lineal refuerza el misterio y permite que el espectador vaya recomponiendo las piezas sueltas junto a Mario.
Todo ello se rueda con una estética setentera, con la que la película ofrece una atmósfera inquietante y muy cuidada; un potente empaque visual fruto del trabajo de David Azcano en la dirección de fotografía. Y entre el reparto destaca Jaime Lorente, que construye un arco interpretativo lleno de matices. El resultado es un thriller que no solo entretiene, sino que invita a conversar sobre lo que creemos real y la realidad en sí misma, así como la necesidad de hacer justicia al daño recibido.
Firma: Rocío Montuenga
Mario se muda con sus padres y su hermano David a una nueva casa. Mientras intenta concentrarse en sus estudios de Derecho, comienza a sufrir episodios de ansiedad e insomnio que lo llevan a obsesionarse con una misteriosa habitación que el antiguo propietario les advirtió que no debían abrir. En medio de esta tensión creciente, Mario presencia el secuestro de su hermano. Cuando David reaparece días después, no recuerda nada y algo en él ha cambiado. Mario empieza a sospechar que quien ha vuelto no es su hermano y esa idea lo incita a dudar de todo: de la casa, de su familia y, sobre todo, de su propia cordura.