Quo vadis, Aida?

Jasmila Zbanic (Grbavica, En el camino) ha vuelto a apostar por retratar las huellas de los combates bélicos en su país. En esta ocasión, dibuja con elegancia y asfixia el asedio que la ciudad de Srebrenica sufrió durante la guerra de Bosnia en 1995, en el que faltaron recursos sanitarios, energéticos y alimentarios y donde los cascos azules funcionaron como peones y con escasa efectividad.

El film, finalista en numerosos festivales y premios, no ha logrado las estatuillas más comerciales, a excepción del Independent Spirit Award. Seguramente, su tono comedido y su decisión de mostrar la violencia a través de gestos, omisiones, dejación de obligaciones y fueras de campo ha ocasionado un impacto menor en la distribución.

No obstante, Jasmila Zbanic toma conciencia del deber que Europa (y, por ende, el mundo occidental y de sus potencias y organismos no gubernamentales) tiene de restaurar, también a través de las expresiones artística, el daño infligido a miles de personas durante todos esos conflictos balcánicos.

Con un estilo contenido (sin dejar de ser expresivo) y una puesta en escena que da fuerza a las panorámicas tanto sobre grandes como pequeños espacios, Quo vadis, Aida? también hace acopio de una fotografía que acerca la imagen al cromatismo de los años 90, con un tratamiento simbólico del azul, aunque no obsesivo ni molesto.

Por otra parte, que la figura protagónica sea una mujer intérprete –que ejerce una evidente tarea mediadora– provoca no pocas metáforas sobre la comunicación, mientras se dibuja la dialéctica entre las tomas de grandes decisiones (desoladoras, confusas e injustas) y las (micro)resoluciones de salvar a tu familia.

Austera y atinada, la película deja constancia de unos hechos crudísimos (como los más de 8.300 hombres asesinados) que por recientes pueden impeler a una reflexión muy necesaria.

Firma: Lourdes Domingo