Promesa al amanecer

No puede negarse que el visionado de este film nos ha trasladado, quiméricamente, a otras épocas en las que, a través de la gran pantalla, vivíamos un mundo en el que la aventura y la osadía y, al mismo tiempo, las brutales contiendas mundiales formaban parte del día a día, sumiéndonos en un magnetismo visual que nos atrapaba emocionalmente.

Sin olvidarnos de que Promesa al amanecer tiene un evidente carácter autobiográfico, no hay duda de que la plasmación del relato a la gran pantalla rezuma literatura, emotiva sin duda, pero literatura dedicada a una forma de vivir la vida, intensa, emotiva y, en ocasiones, con evidentes escenas provocadoras, aunque siempre con un futuro guiado por una más que indiscutible ilusión materna.
Esta ilusión la transmite Nina –en una soberbia interpretación de la actriz Charlotte Gainsbourg– ta su hijo Romain, como destino y guía de su azarosa existencia.

Bajo este prólogo, es evidente que la película, a lo largo de sus más de dos horas de proyección, transmite emoción vital indiscutible, puesto que su carácter autobiográfico así lo justifica sin lugar a dudas.

Por lo que respecta a Charlotte Gainsbourg, en su rol de Nina, hay que situarla en un plano privilegiado, puesto que ella es la que forma y dirige la vida de su hijo Pierre en todas las facetas de su azarosa vida. Siempre con un objetivo final: dar sentido a su futuro con el propósito de llegar a lo más alto en la cúspide. A veces…sin justificación y con puro instinto maternal.

Cine descriptivo, vital…y real. Como el de antes.

Firma: Joaquín Guitart