Ploey: nunca volarás solo

Pese a que las películas de animación vayan destinadas a un público infantil, son pocas las veces con la que nos topamos con un film totalmente blanco: una cinta sin bromas irrisorias (de esas que intentan contentar a distintas franjas de edad), sin mensajes que busquen convencer de ciertas ideas del director, o sin un tiempo pausado para reflexionar. Y Ploey es, precisamente, una de estas reliquias que caen con cuentagotas.

Su punto fuerte es tan sencillo como tratar bien lo que cuenta. Al fin y al cabo, no deja de ser un largometraje tranquilo sobre un chorlito que frente a la soledad decide superarse a sí mismo. Parece mentira que algo tan obvio sea elogiable, pero el director y el guionista finlandeses lo han sabido hacer bien, pese a que sea una de sus primeras películas de animación.

Esta producción se asemeja a una road-movie de animales. Las escenas se detienen y dejan respirar mientras van apareciendo nuevos amigos en su trayecto. El diseño visual es muy agradable y el lenguaje es adecuado. Todo ello lo acompaña Atli Örvarsson con una preciosa banda sonora y alguna que otra canción.

Y, por si fuera poco, Ploey: nunca volarás solo también tiene el tiempo para detenerse y hablar sobre la inocencia y el sentido de la muerte.

Firma: Carla Sciamma