Peter Rabbit 2: a la fuga

Con Paddington, Toy story, Red o La momia pensamos que la maldición de que “segundas partes nunca fueron buenas” estaba superada. Sin embargo, esta nueva entrega de las aventuras del Peter Rabbit moderno vuelve a poner de moda este desafortunado axioma.

Peter Rabbit 2: a la fuga mantiene con todo su esplendor la increíble calidad técnica de su predecesora. Sigue fascinando el realismo con el que plasman a todos los animales, la naturalidad de sus movimientos y la expresividad de sus rostros. En ese apartado, solo podemos volver a dar la enhorabuena a los realizadores por un trabajo de animación impecable.

La narración, por el contrario, muestra una considerable rebaja en la calidad, el ritmo y la originalidad. Da la impresión, aunque es solo una hipótesis, de que, confiados en el aparato visual, han descuidado el guion despojándolo de la riqueza de matices que nos regaló en la primera entrega.

Hay demasiados personajes nuevos, a la vez que quieren mantener los antiguos consiguiendo, tan solo, prestar muy poca atención a todos ellos y provocando, además, que confundamos a algunos. El recurso a la presentación de la banda de la ciudad con el sobreimpresionado es innecesario, ineficaz y facilón. Los que tanto disfrutamos del film de 2018 echamos de menos el reencuentro con las hermanas de Peter, la inocencia de su primo y, dado lo atropellado del relato, no llegamos a empatizar con las últimas incorporaciones.

La película entretiene y divierte en algunas secuencias, gracias sobre todo al pobre Thomas que sigue recibiendo golpes de una manera muy simpática. No obstante, todo lo que en la anterior era sutileza, humor inteligente y una dosificación acertada de los pasajes emocionales con los de pura acción es aquí una atropellada sucesión de carreras y gags, ocurrentes, aunque de una decepcionante normalidad.

Tampoco ayuda el cambio de registro en la elección musical. La banda sonora del primer Peter Rabbit contenía algunos temas de aire pop clásico que contribuían a otorgar un acertado tono de cuento imperecedero con aire moderno. Y ahora, se ha optado por recurrir a unas melodías muy del momento que, por definición, pasarán de moda dentro de dos momentos.

En definitiva, esta producción es entretenida y visualmente espectacular. Pero, lo que realmente compensa es volver a ver la primigenia.

Firma: Esther Rodríguez