Pájaros enjaulados

Oliver Rihs dirige la conmovedora historia real que sigue la relación entre dos roles contrapuestos, pero con un objetivo común. Por un lado, Barbara Hug, una abogada tenaz –interpretada magistralmente por Marie Leuenberger– que lucha por los derechos sociales mientras batalla una enfermedad renal que la ata a unas muletas. Por otro lado, Walter Stürm –encarnado por Joel Basman–, un fugado anárquico conocido como “el rey de las fugas” que burla repetidamente a la autoridad. Ambos se enfrentan con la sociedad conservadora del momento para convertirse, así, en símbolo de la lucha por los derechos sociales liderada por la izquierda radical. De hecho, y aunque de manera sutil, se evidencia la postura del cineasta, que no esconde su ideario político.

La película, con una puesta en escena y una ambientación bastante logradas, está grabada, en su mayoría, con la técnica de cámara en mano, con lo que se asemeja al estilo documental. Lo más destacable son las interpretaciones de ambos protagonistas. No obstante, tampoco estas consiguen redimir un guion poco cohesivo. La trama amorosa carece de un desarrollo suficiente y termina quedando algo desdibujada.

La cuestión de la libertad, foco principal del film, también queda indefinida, puesto que cuesta empatizar con unos personajes cuyas acciones se suceden sin congruencia entre sí. De este modo, la crítica social, encabezada por la denuncia del sistema penal suizo y el abuso policial, se queda en el aire.

En definitiva, Pájaros enjaulados agradará a aquellas personas soñadoras que buscan un título fácil de digerir. Sin embargo, unas actuaciones estelares no acompañan a una historia sorprendente, pero narrada de tal forma que pierde la profundidad necesaria para llegar a ser un film de denuncia.

Firma: Marta Vivas