Nunca te sueltes

Partiendo de una premisa simple que recuerda mucho al estilo de A ciegas de Susanne Bier, Alexandre Aja consigue elevar esta obra cinematográfica de la mano de tres solventes actuaciones protagonistas. Con un conjunto de sustos sencillos, pero increíblemente efectivos y la puesta en escena perfectamente elaborada, gracias a unas localizaciones muy acertadas y una dirección de arte exquisita, es difícil no sumergirse completamente en esta trama.

Y por si fuera poco, además de ser escalofriante, remite a un tema interesante – el miedo a que la maldad corrompa el hogar – y lo plantea de forma eficaz. Halle Berry (Catwoman) ahora es una madre que protege a sus hijos del peligro exterior y literalmente los ata a su casa. La vileza puede tomar muchas formas y solo el amor lo combate. El giro se encuentra en la desconfianza que asalta a Nolan (Percy Daggs IV) sobre las palabras de su madre e incluso sobre la propia existencia del mal.

El argumento podría ser el de cualquier drama sobre la maternidad o los lazos a los que te somete la familia. Igualmente, el debate que genera es sugerente, teniendo en cuenta el género al que pertenece. Conlleva, también, diversas interpretaciones, ¿se trata de una madre traumatizada por un pasado violento que ha inventado una fantasía para sus hijos?, ¿hablamos de una enfermedad familiar hereditaria?, ¿o simplemente el mal existe como entidad independiente y se ha obcecado con esta familia en concreto?

El título, de esta manera, juega con la veracidad; los chicos dudan de lo que ven y de lo que no ven, y los espectadores hacen lo propio. Por ello es idóneo para quienes buscan el subidón del terror psicológico y para padres a los que no les importe ver una gran metáfora del riesgo de permitir que los niños vuelen del nido.

Firma: Raquel García