Nadie

El polifacético Ilya Naishuller se pone de nuevo tras las cámaras para dirigir Nadie, su segundo largometraje como director después de Hardcore Henry en 2015.

En un primer momento, Naishuller consigue de forma más que satisfactoria captar la atención del espectador: un comienzo intrigante pone el foco en un supuesto hombre cualquiera, un don nadie, inmerso en una situación poco habitual. Sin embargo, se descubre a continuación que la –aparentemente tranquila e idílica– vida de Hutch Mansell como buen padre y marido tiene poco de cierto, y es en ese momento en el que la película va perdiendo el sentido.

Pronto nos encontramos frente a un simple despliegue de escenas de lucha donde la trama pasa a un segundo plano casi imperceptible; y es que, si la historia o la relación entre personajes se desarrolla en lo más mínimo, es únicamente para justificar una nueva secuencia con armas imposibles.

A pesar de todo, las actuaciones de Bob Odenkirk como Hutch y de Christopher Lloyd como padre de este, hacen de la cinta algo entretenido y, en ocasiones, incluso divertido. Ambos, tanto individualmente como juntos en escena, ofrecen momentos y ocurrencias de las que cualquiera podrá disfrutar, incluso sin ser un fan del género de acción.

En cuanto a la realización, destaca positivamente el comienzo de ritmo trepidante del filme, que refleja en pocos minutos el profundo tedio que siente Mansell hacia su rutina como hombre de a pie. Por otra parte, la acertada selección de grandes éxitos musicales (desde los años 60 a los 80) para construir la banda sonora hará que cualquiera que reconozca sus canciones siga con interés el próximo paso de los protagonistas.

En conclusión, aunque como largometraje de acción no es la mejor alternativa posible, Nadie se convierte en una propuesta interesante con la que disfrutar de luchas inverosímiles, gags ocurrentes y una gran actuación por parte de Odenkirk y Lloyd.

Firma: Adriana Navarro