Una ópera prima extremadamente violenta, pero mucho más llena de reflexiones y preocupaciones actuales si se la compara con otras películas del género. Dev Patel destaca en su actuación y su correcta realización.
Dev Patel se sienta por primera vez como director en Monkey man, película que también coescribe, protagoniza y produce. Esto último lo hace acompañado de Jordan Peele–director de películas como Déjame salir, Nosotros o NOP–, un hecho que resulta destacable. Este vaticina, en cierta manera, un tratamiento cuidado de la imagen y, sobre todo, ese componente de denuncia social presente en todo el film.
La historia comienza con la leyenda de Hanuman (el hombre mono) y, a partir de ahí, sus rasgos comienzan a incorporarse al argumento principal. Este configura elementos de una narración sobre los orígenes de un héroe y una crónica de la venganza personal. Con esta combinación, el largometraje avanza en un desfile sangriento que recuerda a obras como John Wick. No obstante, se distancia completamente de ellas, pues posee más capas y no cae en un discurso vacío: tras ella permanecen fuertes críticas sociales.
Con Monkey Man, Dev Patel demuestra una sólida desenvoltura delante y detrás de la cámara. A pesar de algunas repeticiones innecesarias de los flashbacks o ciertos subrayados demasiado evidentes, en general revela un dominio del ritmo a través de un montaje que atrae y un desenfado en las coreografías de escenas de acción que añaden valor al espectáculo.
Si bien cabe recordar que es una obra extremadamente violenta –a veces, incluso truculenta– que no es apta para todos los públicos, ni para todas las sensibilidades, las reflexiones implícitas permiten sacar algo más que una pura sangría. En ellas, se abordan temas como la corrupción política y religiosa, su impacto en la sociedad y en los más desfavorecidos, el ascenso de ciertos populismos, los intereses de poder frente a la naturaleza o la fuerza de la fe para mantener la esperanza. Encomiable primera obra, cuyo final quizás deje la puerta abierta a una segunda entrega.
Firma: Yoel González
Kid sobrevive en la India como puede, librando combates de lucha libre o buscando algún trabajo que le dé algo de dinero. A su alrededor, la sociedad se va consumiendo por la avaricia, la corrupción y la falta de líderes –políticos y espirituales– honestos.
Todo cambia cuando por fin Kid ve la oportunidad de iniciar su plan de venganza personal por la muerte de su madre. Sin embargo, esa decisión acabará teniendo un impacto mayor de lo esperado y lo moverá a no solo ajustar cuentas, sino a defender a aquellos más desfavorecidos.