 
        María arriesga mucho al querer explorar la infancia y juventud de la Virgen. Aunque el trabajo de ambientación y del elenco está logrado, hay ciertas licencias creativas que pueden emborronar el relato y sus personajes.
 
                                    D.J. Caruso hace una exploración de la posible infancia y juventud de la Virgen María, un objetivo muy arriesgado ya que los Evangelios proporcionan pocos datos sobre ello. Por eso, no sorprenden las numerosas licencias creativas que ha tenido que tomar. Sin embargo, esa parte de ficción que se añade al relato bíblico es también el elemento que podría hundir o diferenciar el proyecto en su conjunto.
Visualmente, María es una película entretenida. Tanto el vestuario, como las actuaciones, la puesta en escena o el ritmo permiten disfrutar del visionado y ofrecen cantidad de detalles que quizá solo los historiadores puedan reprochar.
Lo que decanta la balanza en esta cinta es su trama. Por un lado, era de esperar que la mayoría de escenas sean imaginadas, puesto que no se recogen en la Biblia, pero por otro, también es muy probable que decepcionen. Aunque muchos de los momentos creados para el film podrían haber sucedido de un modo similar, hay otros que provocan cierto desagrado. La constante violencia, el parto de la Virgen, su intento de lapidación, el motivo alternativo de su llegada a Belén o la inquietante presencia del ángel Gabriel alejan a los personajes de las sagradas figuras que representan.
Es cierto que hay cuestiones bien resueltas y que la espiritualidad de la crónica está presente en todo el metraje, pero puede que el impacto negativo de aquellas secuencias de más, quiten valor al resto. A pesar de que se percibe el cariño por parte del director, este parece asimismo más preocupado en ofrecer un producto épico como Gladiator que en profundizar en los pensamientos de María.
De todos modos, la presencia arrolladora de Noa Cohen ante la cámara y los mensajes que transmite con su interpretación logran que el espectador se sienta atraído por la figura de la Virgen.
Firma: Patricia Amat
Joaquín y Anna llevan años rezando para tener un hijo y, tras prometer que este será puesto al servicio de Dios, se ven bendecidos con el nacimiento de María. La niña crece y acaba en el templo, como sierva del Señor. Allí concibe milagrosamente un bebé, antes de su boda con José, lo que provoca numerosas habladurías.
Por su parte, el rey Herodes se entera de que el hijo de María es el Mesías y, por miedo a que peligre su trono, se muestra decidido a impedir que el pequeño viva. Por ello, después de dar a luz, la familia deberá huir.
 
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                         
                        