Eduard Fernández protagoniza de forma desbordante e hipnótica este retrato sobre un embaucador que abre un espacio para indagar en torno a temas como la verdad, la mentira o la memoria histórica.
Después de asentarse con películas como Handia y La trinchera infinita, la dupla de cineastas vascos Aitor Arregi y Jon Garaño ofreció una grata sorpresa a comienzos de este mismo año con la serie de Cristóbal Balenciaga. Ahora, unos meses después y tras su paso por el Festival de Venecia, regresan con una ficción que, como en sus anteriores trabajos, se basa en hechos reales para indagar en temas más allá.
Marco es un drama configurado como un thriller en el que se destapa el sonado caso nacional de Enric Marco Batlle, un hombre que se hizo pasar durante unos treinta años por superviviente de los campos de concentración nazis. La película sigue pues a este embaucador con mucha labia e imaginación, pero que al mismo tiempo batalló por dar visibilidad a los deportados españoles durante la Segunda Guerra Mundial y las víctimas españolas del holocausto.
Con varios flashbacks que van recomponiendo algunas piezas de la vida del protagonista, la trama avanza con un ritmo vigoroso, mientras que el tono ambiental se va oscureciendo a medida que se emborrona la honestidad del personaje. De esta forma, el guion se compone con la precisión narrativa para atrapar al espectador, incluso aquel que conozca los hechos y su desenlace.
El pilar fundamental que impulsa este largometraje es sin duda la vibrante actuación de un Eduard Fernández en estado de gracia. El actor se entrega al papel de un hombre que se encontraba, asimismo, interpretando su propio papel y consigue mostrar la ambición de un ególatra y la fragilidad de una persona a punto de romperse en cada uno de sus reflejos.
¿Cabe la posibilidad de que la mentira sirva a la verdad? ¿Es el cómo más importante que el quién si el objetivo final es un bien común? ¿Existe el bien común si hay un impulso narcisista? Todas estas son algunas de las preguntas que se abren a lo largo de Marco y gracias a la exposición de los hechos, más que a una mirada sentenciadora por parte de los directores, se favorece un interesante debate moral y una reflexión en torno a estos temas.
Firma: Yoel González
Enric Marco Batlle fue un sindicalista español que llegó a ser presidente de la primera asociación de víctimas de los nazis de España: la Amical Mauthausen. Durante su mandato se ocupaba de dar charlas en instituciones educativas y ofrecer entrevistas para dar a conocer su supuesta experiencia como superviviente del campo de concentración de Flossenburg. Sin embargo, en un momento crucial para el reconocimiento de las víctimas y la visibilidad de la asociación, se destapó que toda aquella vida que había estado narrando era una falsedad.
