La voz del sol

La voz del sol traslada a la pantalla las memorias de juventud del escritor y columnista Alan Jolis. En concreto, el verano que pasó en España acompañado del matrimonio que servía en su casa de París.

Desconozco el original literario, pero lo supongo, por lo visto en el film, cargado de bella nostalgia y, sobre todo, de interesantes y positivos mensajes acerca del perdón y la reconciliación, de las segundas oportunidades, del pasar página del pasado que nos corroe el alma y de la lucha y el compromiso por alcanzar los ideales en los que se cree.

El problema es que todo esto queda oscurecido y minimizado por un guion torpe y pobre, con apariencia de chapucería. Carol Polakoff, la directora y coguionista, tiene una larga trayectoria como productora de cine y televisión, pero esta es su primera incursión en la realización cinematográfica. Sus compañeros de escritura tampoco parecen haberle aportado mucho a la hora de redactar los diálogos o de planificar el ritmo del relato.

La pobreza de vocabulario es palmaria y en algunos casos roza la vergüenza ajena. Por otro lado, la necesidad (innecesaria) de explicar la represión de la dictadura les lleva a introducir, sin pudor y sin acierto, unas cuñas políticas de una simpleza exasperante.

Se deducen también sus pocos medios pero, con un poco más de cuidado, algunos detalles, como los Sanfermines, podrían haber sido menos chocantes, ya que todos los hemos visto demasiadas veces en directo como para notar las evidentes carencias.

Poco podía hacer el elenco con este guion a pesar de estar capitaneados por Carmen Machi y Karra Elejalde. La primera salva los papeles, ya que tiene más protagonismo y puede lucirse en algunas escenas en las que no es necesario hablar. Tampoco lo hace mal el joven Matteo Artuñedo que consigue mostrar un Alan bastante natural. Pero, como decía, las buenas intenciones y los buenos mensajes de esta película, se merecían una realización menos precipitada.

Firma: Esther Rodríguez