Un trágico acercamiento biográfico a la figura de Hildegart Rodríguez al estilo de los actuales true crimes. A pesar de su falta de sutileza puntual y su cambio de tono, queda una propuesta adulta interesante sobre la que poder discutir.
En un panorama audiovisual plagado de true crimes –sobre todo en los formatos seriados–, Paula Ortiz construye La virgen roja aprovechando alguno de los aspectos de este género. Basada en hechos reales, la cineasta recoge la vida y, sobre todo, los últimos años de la joven pensadora Hildegart Rodríguez, quien revolucionó el panorama nacional con sus obras feministas y en torno a la educación sexual.
La película se divide claramente en dos partes. La primera posee un tono mucho más político –por momentos olvida incluso la posibilidad de hacer cine reivindicativo sin caer en lo panfletario– y sus estudios sobre sexología adquieren mayor presencia. La segunda parte, por contra, adopta una estructura más de thriller que, poco a poco, va cogiendo ritmo y avanzando hacia el desenlace presagiado.
Najwa Nimri y Alba Planas consiguen devenir los dos pilares de la historia con unas interpretaciones magnéticas. Junto a ellas, una certera banda sonora, un guion bien medido en su ritmo y la configuración de personajes secundarios que amplían horizontes de reflexión acaban de perfilar un despliegue formal y temático que la directora viste con tintes de tragedia griega.
Más allá de todo esto, La virgen roja es una propuesta en la que indagar sobre las relaciones tóxicas intrafamiliares, el equilibrio necesario entre razón y emoción, la imposibilidad de vivir sin libertad y la corrupción ideológica de cualquier extremo.
Con todo, pese a ser cruento e incómodo en algunos momentos, el largometraje es una correcta cinta para aquellos espectadores que desconozcan en profundidad la figura de la intelectual. Y aquellos fanáticos de los mencionado true crimes no saldrán decepcionados, aunque deberán ser pacientes si solamente buscan intriga y suspense.
Firma: Yoel González
España, años 30. Hildegart comienza a ganar relevancia en los círculos sociales y a destacar como una mente brillante. Desde que fue concebida artificiosamente por su madre Aurora y creció educada por ella, su progenitora la ha convencido de que debe convertirse en una agente de cambio social para el futuro. Sin embargo, cuando la chica comienza a reivindicar su libertad y conoce al joven político Abel Vilella, un nuevo mundo se abre ante ella y su madre comienza a temer que su plan perfecto se desmorone.
