La tierra prometida

La tierra prometida es un melodrama que sigue los patrones clásicos de este subgénero sin novedad alguna. No obstante, ordena todos los elementos de forma elegante y consigue salir airosa, ofreciendo una obra correcta y sentimental.

La película adapta la novela The captain and Ann Barbara de la escritora danesa Ida Jessen. La historia sigue a Ludvig Kahlen, un ex-capitán del ejército, cuya pertinacia y tenacidad lo llevan a sobrevivir en una tierra hostil y lograr lo aparentemente imposible: dominar un páramo inhabitable. En ese punto surgen toda una serie de intereses jerárquicos, de luchas por mantener ciertos privilegios de clase y una corrupción política que torpedean el camino de Kahlen. En cierta manera, el relato vira hacia una especie de Braveheart, pero mucho más contenida, con menos dosis nacionalistas y menos épica.

Con una melodiosa música y una fotografía hermosa que otorga protagonismo a la tierra tan disputada, es la magnífica actuación de Mads Mikkelsen lo que más resalta. El actor profundiza en la psique de su personaje y, con su templanza interpretativa, saca a relucir todas las capas que se ocultan tras él –desde su frialdad hasta su bondad–. A través de su certero e implacable rechazo a las injusticias, la lucha de Ludvig Kahlen por escalar socialmente acaba dejando espacio a una reflexión sobre cómo lidiar con el fracaso de nuestros planes y expectativas. En este punto, La tierra prometida anima al espectador a detenerse a valorar un poco más lo que se tiene y a darle peso a las cosas importantes en la vida, sin necesidad de tener que perderlas para darnos cuenta.

Firma: Yoel González